CANDELARIA. La mujer realizaba los quehaceres del hogar cuando observó que su vecino, de 16 años, se acercaba presuroso a su casa. Caminaba rápido con el rostro contraído y consternado. Ella, rápidamente, intuyó que algo malo sucedía y se acercó a la puerta.Jamás imaginó que sus oídos escucharían lo que después relató el adolescente: que había encontrado a su padre en pleno acto sexual con su propia hija, de 15.La mujer salió a la vereda y a los pocos metros encontró a la adolescente, sentada en el suelo, con las rodilla contra la frente, sumida en un mar de lágrimas, en estado de shock.Tomó a los hermanos y se dirigió a su vivienda. Para ese entonces eran las 10.30 del sábado pasado. Cinco horas después, ingresaba en la Comisaría de la Mujer, dependiente de la Unidad Regional X, para radicar la denuncia formal contra su vecino.Con el devenir de los minutos, los uniformados confirmarían lo que nadie hubiera querido saber: que una hermana de la víctima, de trece años, también era abusada por el papá.El acusado es sargento primero de la Policía de Misiones, tiene 40 años y se desempeñaba habitualmente como personal de Guardia en la Dirección Investigaciones, situada en calle Santiago del Estero casi Félix de Azara de esta ciudad.Justamente, fueron sus propios compañeros de Investigaciones quienes lo arrestaron el sábado, alrededor de las 22, en su domicilio de Candelaria.Para ese entonces, los resultados del informe médico y otros detalles de esta lamentable historia ya estaban en manos del juez de Instrucción 7 de Posadas, José Alberto López.Con esa información, el magistrado ordenó la detención del uniformado y su traslado a una dependencia de la Unidad Regional X de la Policía de Misiones.Fuentes del caso indicaron que está imputado de los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo, dos casos, en concurso ideal”, según señaló un portavoz de la fuerza de seguridad provincial. Un accionar de criminalesFuentes de la investigación indicaron que el suboficial recurría a métodos propios del mundo criminal para lograr impunidad, para ocultar lo que hacía en el seno de su propio hogar, con víctimas indefensas que carecían del respaldo de una madre para evitar lo que finalmente sucedió.Los primeros datos del caso indican que los abusos eran sistemáticos y ocurrían hacía meses, como mínimo.Pero no terminaban allí. Después de cada ataque sexual, el uniformado, al que el Estado incorporó para combatir justamente lo que cometía en su propia casa, amenazaba con lastimar a sus hijas si contaban sus desviaciones.El sábado todo terminó, quizás producto de la casualidad o del destino. O sencillamente, porque la verdad siempre salta a la luz, tarde o temprano.El hijo de 16 años lo sorprendió cuando violaba a su hermana, de 15. El adolescente se dirigió a la casa de la vecina, tal vez la única persona en quien podían confiar, y contó lo sucedido.Cuatro hermanos que quedaron al resguardo y cuidado de una vecina El sargento primero tiene cuarenta años y hacía un buen tiempo estaba separado, al menos de hecho, de su mujer.Los cuatro hijos de la pareja quedaron con él; lamentablemente. Pero en ausencia de la madre, los chicos se habían acercado y aferrado a una vecina, en la que realmente confiaban.Cuando el hijo del abusador lo descubrió el sábado, en horas de la mañana, sólo pensó en una cosa: contárselo a ella. Quizás por una simple razón: era la única persona en el planeta en quien podía confiar.Así lo entendió, de alguna manera, la Justicia, que decidió dejar a los cuatro hermanos en guarda y custodia de esta mujer.En el caso trabaja la Comisaría de la Mujer de la UR X, que arbitró los medios para que las víctimas y también sus hermanos, reciban la correspondiente contención psicológica.El suboficial, en tanto, fue pasado a situación pasiva por disposición de la Jefatura de Policía.





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