POSADAS. Don Zygmunt Kowalski fue de esos seres maravillosos que pasan por este mundo y que cuando se van, en realidad siguen estando, porque supieron dejar su esencia en cada acción. Sencillo y sabio, el hombre de las manos benditas por el arte logró captar el alma de los paisajes y de la gente de Misiones (y de tantos lugares del mundo) y representarlos con intensa belleza y luminosidad en sus óleos. Dejó este plano el 21 de diciembre de 2011, pero su luz quedó en cada una de sus obras, y es en su honor y en su memoria que hoy abre las puertas al público “El Palacio del Guerrero de la luz”. La iniciativa se concretó de la mano de la Fundación Brasil, presidida por Alejandro “Ole” Kowalski, hijo del recordado artista, quien compartió detalles con PRIMERA EDICIÓN sobre este lugar que fue “un refugio” para el querido artista, y donde pintó sus últimos dos bocetos, de hecho, uno de ellos quedó inconcluso, y ambos están en exhibición. Hoy, a las 20, la apertura de “El palacio del Guerrero de la Luz” será con una exposición audiovisual exclusiva e inédita, dedicada a la trayectoria de don Zygmunt. La cita es en la sede social de la Fundación, en la zona sur de la capital provincial (ver destacado “Para presenciar”). En esta oportunidad se proyectará el documental “Los ojos que lo ven”, realizado por Ole Kowalski. Es de destacar que este espacio cultural funcionará todos los domingos, de 20 hasta la medianoche. El ingreso tendrá un costo de 10 pesos (exceptuando niños menores de 5 años) y no se permite realizar ningún tipo de registro fílmico o fotográfico, con el fin “de respetar la intimidad y la magia del espacio cultural”, dijo el presidente de la Fundación.“El lugar es absolutamente su esencia”“El palacio del Guerrero de la Luz es un lugar que no tiene lujos y es un palacio por tener lo que a él más le interesaba que es la naturaleza”, contó Ole y recordó que en ese sitio era donde don Zygmunt “pretendía vivir, por allí no se le dio, pero de hecho era su refugio, era un espacio muy reservado para su privacidad y para pensar; con mucha naturaleza, es muy él, el lugar es absolutamente su esencia. Mi idea es mostrarlo a él y mostrar su obra en su contexto, mostrar su pensamiento, su filosofía y su legado humano. Por eso el tipo de contacto que la gente toma ahí es totalmente diferente a lo que puede ser cualquier sala de exposición”. Donde don Zygmunt pintó sus últimas “manchas” (como solía llamar a sus bocetos) es donde hoy se encuentra este lugar para conocer más de él y recordarlo. “Allí él pintó sus últimos dos bocetos, porque ibamos de la casa del centro hasta allá. El no venía trabajando en el ‘caballete viajero’ -como yo lo llamaba al caballete que llevaba a todas partes del mundo- y después de un año y medio volvió a usarlo para hacer esos trabajos y lo que pintó fue el lugar, que lo bauticé ‘Palmeira bonita’ por una palmera gigantesca que le había regalado hace 15 años. Y el motivo del trabajo es súper luminoso y tiene toda la vista del parque con la palmera”. Sobre esta nueva propuesta, Ole Kowalski resaltó que “tendrá una exposición permanente y que será mutante, ya que irá variando el contenido” y la gente que visite el lugar se encontrará “con un Kowalski que no conoce, en cuanto al pensamiento también. Más allá que hay obras expuestas, lo que prioricé en esta exposición fue mostrarle a mi viejo en acción, en diferentes lugares. Además, hay una muestra fotográfica bastante amplia y muy cuidada, ya que cada cosa está comentada, desde una información que la gente no conoce”. “La idea es ir a ver y sentir el lugar”, finalizó.





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