JERUSALÉN, Israel (El País). El miércoles por la noche, cuando termine el Yom Kipur, el día del arrepentimiento para los judíos y en el que Israel se paraliza, Benjamín Netanyahu se subirá al avión rumbo a Nueva York para acudir a la Asamblea General de Naciones Unidas. El lunes en Jerusalén, el vice primer ministro israelí Dan Meridor explicó que el discurso de Netanyahu no está aún escrito, pero que evidentemente la intervención girará en torno dos temas: Irán y en un alejado segundo plano, los palestinos.Netanyahu tratará de convencer una vez más a los líderes mundiales de que el desarrollo del programa nuclear iraní supone una amenaza existencial de primer orden para Israel y que la comunidad internacional no puede bajar la guardia. Al contrario. Más sanciones, más presión internacional y si es necesario un ataque preventivo es la posición que defiende el primer ministro israelí.El problema es que sus amenazas parecen no contar con el respaldo de la cúpula militar, del espionaje de su país ni con el de su mayor aliado: Washington. Las diferencias entre Netanyahu y el presidente Barack Obama sobre cómo ejercer presión sobre Teherán han sido sonadas en los últimos meses. Tanto, que según la prensa israelí, cunde cierta molestia en la Administración Obama, que considera las intervenciones israelíes injerencias en el proceso electoral estadounidense. La incendiaria retórica con la que se ha estrenado el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, no se lo va a poner fácil sin embargo a Estados Unidos a la hora de intentar rebajar el tono israelí.El lunes, Meridor, quien es además ministro de espionaje y de energía atómica, trató de minimizar las diferencias que separan a Obama y Netanyahu en un encuentro con periodistas, pero sobre todo explicó porqué al margen del ruido diplomático ambiental que rodea esta cuestión, Israel siente que está ganando al batalla; que su estrategia de escalada retórica está funcionando. “Es increíble lo que hemos conseguido con nuestra campaña, dijo Meridor, a quien a menudo se lo considera la cara amable del Ejecutivo de Netanyahu.





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