POSADAS. Ana Pedrini, a cargo de la cátedra de Salud Personal del Profesorado en Biología de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones, reflexionó acerca del rol de la escuela en la prevención de las adicciones, en el marco de las primeras jornadas de Actualización en Biología, Ambiente, Salud y Formación docente.Minutos antes de su disertación, PRIMERA EDICIÓN dialogó con Pedrini sobre la temática.Entre otras demandas, hoy la escuela secundaria debe atender la problemática del uso de drogas. ¿Cuáles son las estrategias más adecuadas? Durante muchos años la escuela se ocupó de la prevención de adicciones. Brindaba información sobre los daños que produce cada sustancia, a qué órgano afecta. En algunos casos ese tipo de abordaje sirvió, en otros no. Y no es que haya faltado información, sino que faltó definir qué hacer con esa información.Ocurre que por ahí se aborda el tema como un contenido más de la materia, sin profundizar…La escuela debe trabajar los factores protectores, es decir, los que hacen que el sujeto se conozca, se quiera y pueda reflexionar sobre lo que le pasa y lo que le molesta y encuentre maneras saludables de ir modificándolas. Estamos hablando de educar en actitudes, todos deben generar autoestima y autoconocimiento. Y eso debe hacerlo todo el plantel docente, no solo el área de Biología, porque la promoción de la salud no es campo exclusivo de la biología, ya que tiene dimensiones culturales, emocionales, éticas, sociales. ¿Podría ejemplificar esa estrategias de autoconocimiento?Lo que se trabaja todo el tiempo es el vínculo. La escuela tiene que ser un lugar donde el sujeto se desarrolle como persona, pueda fortalecer su autoestima, definir qué cosas le gustan, qué no, aprender a poner límites, a expresar sus emociones. También incentivar a analizar el modelo de consumo de la sociedad en que vivimos, preguntar qué opinan de verse como consumidores, destinatarios directos de las mercancías de las empresas. Una actividad interesante es desarrollar estrategias donde puedan ensayar respuestas a hipotéticas situaciones de riesgo. Por ejemplo, cómo responder ante la presión del grupo para que un joven consuma determinada bebida. Y allí la idea es apuntar a que el joven, a partir de esas estrategias educativas ya tenga determinado ejercicio reflexivo para posicionarse, tomar decisiones y estar seguro de la respuesta, y de poder decir, por ejemplo, “si tu amistad la gano por esto, tu amistad no me interesa”. Se le ha exigido a la escuela que “controle” a los jóvenes que consumen o hacen uso de las drogas ilegales, ¿qué opina al respecto?Hay dos tipos de situaciones, que se diferencian según el uso que se hace de la sustancia. Se puede dar el uso acompañado del mal uso, que es por ejemplo, que los jóvenes no consumen alcohol todos los días, pero los fines de semana cuando salen a bailar se exceden, mezclan bebidas, alcohol con pastillas o beben y salen manejando. Otra situación es la dependencia, donde el joven depende de una sustancia. Pero los docentes ya no podemos actuar en esta instancia, ese no es el rol de la escuela, aunque a veces se le pide que lo ejerza: se le exige que identifique, que busque síntomas de adicción en los estudiantes. Pero eso es peligroso porque si en lugar de dialogar con ellos para preguntarles porqué consumen determinada droga, nos dejamos llevar sólo por estos síntomas, podemos meter la pata, perseguir o estigmatizar a los estudiantes.¿A qué factores se le puede atribuir el consumo de drogas?Se habla de un modelo multicausal de adicción en que se combinan tres factores: una predisposición de la persona a depender de una sustancia o práctica; el factor social, es decir, situaciones de la familia, grupo de amigos, comunidad, que inciden a que busque en la sustancia un modo de resolver determinados problemas o carencias; y por último, el acceso a la sustancia. En un momento se decía que si no tenía acceso a la sustancia no iba a ser adicto, pero esa teoría no es viable, ya que si no puede acceder a una sustancia, buscará otra o será dependiente de un objeto o práctica. Es decir, prohibir una droga no garantiza que se disuada esa conducta de la persona de buscar afuera lo que no puede encontrar dentro suyo.Actualmente el alcohol y tabaco que son legales, son las que más daño están produciendo. Según la encuesta 2012 de la Secretaría de Prevención el Uso de Drogas, los jóvenes han aumentado el consumo, particularmente las mujeres, y sobre todo los fines de semana. Ahí estamos hablando de que no hay una reflexión de la persona sobre cómo usar la sustancia, cuál es el límite, porqué “es necesario” consumirla.





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