POSADAS. Ella era inseparable de los fogones criollos de la Peña Itapúa, con su sonrisa sempiterna, sus modales cariñosos y alegres y con ese cubrecama que siempre sorteaba en la mitad del espectáculo “para pagarle a Sadaic”, decía. Sin temor a equivocarse puede alguien decir que Elida Alderete estaba en el inventario de la casa de Buenos Aires 422. Y tampoco le errará aquel que comente que Elida, a sus ochenta y pico años -situación que la enorgullecía y de la que hacía gala en todo momento- cantaba tangos como lo había hecho en su juventud. El 13 de septiembre, en horas de la tarde, Elida decidió partir hacia la eternidad; su amiga Norma Catalano nos decía que tal vez “estará ya cantando tangos para el mismísimo Creador con esa emoción que sólo ella ha sabido trasmitir”. Elida Alderete fue elegida como reina de Ajupaprom, participó en emisiones del programa “Gente Grande” y era integrante de la Peña Itapúa. “Le cantó a la vida y al amor. Repartió luz en canciones y palabras sabias brotaron de sus labios. Ha sido una buena amiga, muy servicial. Ha cumplido su misión. Que en paz descanse”, la despedía ayer desde su Facebook Norma Catalano. Su gente, sus amigas, dirán, pensarán, “Elida no te vayas, cantate un tango más”.





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