POSADAS. La joven madre guaraní, oriunda de la comunidad mbya cercana a San Ignacio, y su bebé nacido hace unos veinte días no sólo se convirtieron en el primer caso de trasmisión vertical de leishmaniasis visceral en la provincia y el país, sino también en los primeros infectados con este parásito del pueblo mbya guaraní de Misiones. Ambos permanecen internados en el Parque de la Salud, en esta ciudad, y su estado es estable. Según precisó el director de Epidemiología de Salud Pública, Julio Roberto Estévez, la mamá, de 19 años, sigue desde el lunes el tratamiento con Glucantime porque su organismo rechazaba la primera droga que se le dio, Anfotericina B. En cuando al bebé, que nació en forma prematura y con bajo peso, se le suministra Anfotericina liposomal como tratamiento contra la leishmaniasis visceral.“Ambos medicamentos fueron comprados por la Provincia porque son drogas específicas”, no obstante Estévez precisó que hubo inconvenientes con el envío desde Nación de la droga antimoniato de meglumina (su nombre comercial es Glucantime) que se utiliza para tratar a los pacientes con leishmaniasis visceral pero, recientemente “recibimos una partida de otro medicamento para esta enfermedad que se llama comercialmente Pentostam y el genérico es stibogluconato de sodio”. Según indicó Estévez, “la mamá habría contraído leishmaniasis visceral durante el embarazo y la transmitió a sus bebé en gestación. No teníamos casos anteriores de transmisión vertical pero estaba dentro de las posibilidades porque esta enfermedad se comporta en forma similar al mal de Chagas, donde hay muchos casos registrados de transmisión de madre embarazada a bebé en gestación”. No obstante, el funcionario aseguró que el bebé no nació con malformaciones o daño grave en el hígado u otros órganos. Para el responsable de Epidemiología, la única razón por la que no se detectaron antes guaraníes con leishmaniasis es porque esta parasitosis (cuyo vector es el mosquito carachay) no había llegado aún a los perros con los que conviven, “porque estos perros viven y se mal alimentan como ellos… de hecho, las condiciones de las comunidades mbya no son precisamente ecológicas”, admitió. La progenitora y su bebé tienen por delante un mes de tratamiento y, una de las cuestiones que analizan los médicos es la posibilidad de mantenerlos internados durante ese período para garantizar que no abandonen el medicamento cuya aplicación es inyectable y diaria. “El abandono del esquema terapéutico es un problema común que tenemos con los aborígenes que se tratan contra tuberculosis u otras patologías”, reconoció Estévez.





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