OBERÁ. Un agricultor fue condenado a 16 años de cárcel tras ser hallado culpable de asesinar de un certero disparo en el pecho a un joven vecino de su chacra, en la localidad de El Soberbio. El fallo fue dado a conocer ayer, tras el juicio oral y público que se llevó a cabo en el Tribunal Penal 1 de Oberá. El acusado, de nacionalidad brasileña e identificado como Miguel Saldaña, de treinta años, llegó al debate imputado del homicidio de Marino Leal, quien tenía 27 años. El crimen fue perpetrado el 28 de junio de 2010, en la picada Laranjeira Alta, en el municipio de El Soberbio. Según informó la Policía en su momento y en base a la investigación del hecho, ese día, a las 11.20, Leal caminaba junto a tres hermanos en un camino terrado, cuando fue sorprendido por Saldaña, quien tras salir de unos matorrales -donde estaba oculto- apuntó directamente hacia la víctima -que estaba a unos siete metros delante suyo- y le efectuó un disparo que le impactó en el pecho y resultó mortal. El individuo acusado de apretar el gatillo fue atacado a machetazos por uno de los hermanos del infortunado joven, sin embargo, y pese a estar malherido, logró escapar. Junto al cuerpo de Leal quedó la escopeta calibre 16 utilizada en el hecho. Pese a que sus hermanos hicieron lo posible por trasladarlo a un centro asistencial, el joven baleado falleció en el camino. La hipótesis de los investigadores es que el crimen fue cometido por una diferencia de larga data que mantenía el imputado con el joven que resultó muerto. Luego de escuchar a cinco testigos y los alegatos de las partes, donde la defensa pidió la absolución por el principio de la duda y la fiscalía una pena de 16 años, el Tribunal Penal 1 de Oberá halló culpable a Saldaña de “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego (cuya portación era ilegal)”. El Tribunal estuvo presidido por el juez Juan Pablo Rivero e integrado por Amalia Lilia Avendaño y Francisco Aguirre. La defensa recayó en María Graciela Abdolatif, en tanto que el Ministerio Público Fiscal fue representado por Estela Marys Salguero de Alarcón.




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