SANTIAGO DE CHILE, Chile (Diarios Digitales). Los estudiantes de secundaria chilenos desafiaron la lluvia y la amenaza de ser reprimidos y marcharon en diversos sectores de Santiago y otras ciudades al comenzar un paro nacional al que el presidente Sebastián Piñera restó importancia.Durante una ceremonia en el Palacio Presidencial, Piñera subrayó el compromiso de su gobierno con la educación y sostuvo que sólo “el 0,1% de los colegios” está ocupado por sus alumnos.Según cifras de las organizaciones estudiantiles, en la capital del país son alrededor de una decena los establecimientos ocupados y a nivel nacional suman medio centenar.El paro convocado por los secundarios culminó tras semanas de movilizaciones que han incluido tomas de colegios, desalojos policiales, retomas de los establecimientos y manifestaciones callejeras que han sido duramente reprimidas por la policía, con un balance de centenares de detenidos.En la marcha por el centro de Santiago se registraron enfrentamientos entre estudiantes y la policía, que dispersaba la manifestación con chorros de agua y gas lacrimógeno. Los estudiantes, en tanto, respondían con piedras, palos y otros elementos arrancados del mobiliario público, constató la AFP.Los incidentes no se repetían hasta el momento en las otras manifestaciones. El año pasado los estudiantes organizaron más de cuarenta marchas por el centro de Santiago y ocuparon más de 200 colegios por varios meses. Por la educación gratuitaLos estudiantes chilenos luchan desde el año pasado por una educación pública, gratuita y administrada en el nivel básico y secundario por el Gobierno central y no por los municipios, como es en la actualidad.A nivel universitario buscan el fin del lucro existente en muchos centros privados y de los altos costes de las carreras, que deben solventar con créditos del sistema financiero.El Gobierno respondió con ofertas de créditos baratos, más becas y una reforma tributaria que se debate en el Congreso, que busca recaudar hasta 1.000 millones de dólares para la educación, pero se niega a los cambios estructurales que exigen los estudiantes.





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