POSADAS. El escándalo se desató en mayo pasado cuando PRIMERA EDICIÓN publicó en exclusiva la detención de un suboficial mayor de la Policía de Misiones, acusado de abusar sexualmente de un adolescente de 16 años con retraso madurativo.Más grave aún resultaba el hecho de que hubiera sucedido en el destacamento policial del Jardín Botánico, jurisdicción del barrio Kennedy, de Posadas.En ese entonces se hablaba en potencial, en el terreno de las hipótesis, pese a que los indicios eran sólidos en contra del uniformado. La Justicia decidió aguardar el resultado del ADN para cerrar el cerco alrededor del sospechoso.El resultado de esa pericia científica arribó el viernes pasado a Misiones y estableció que los restos de semen colectados a través de un hisopado a la víctima son del mismo patrón genético que el acusado.En otras palabras, terminó de sellar el destino o la suerte procesal del suboficial mayor que permanece detenido, por el momento, en la Direccción Investigaciones de Delitos Complejos de la provincia.Esa pericia es considerada por la Justicia como una prueba de certeza y en un juicio oral, sería decisiva para una sentencia condenatoria.La causa está en manos del juez de Instrucción 3 de Posadas, Fernando Luis Verón, quien en las próximas horas procederá a procesar al uniformado por el delito de “abuso sexual con acceso carnal”.El hecho ocurrió en marzo de 2010, en la citada dependencia policial, y desató una investigación superior a los dos años, en parte por el hermetismo de la fuerza de seguridad provincial.El magistrado trabajó con paciencia y rigurosidad. Y solo tomó la decisión de arrestar al sospechoso cuando los indicios sobre este eran sólidos y casi irrefutables.La detención se concretó el miércoles 23 de mayo pasado, en el domicilio del acusado.Dicen que no opuso resistencia porque sus camaradas lo trasladaron al Juzgado y allí se lo notificó de las razones de sus aprehensión.Obviamente que desde un principio manifestó su inocencia. Ahora, la situación cambió radicalmente porque hay una prueba de certeza que indica, justamente, lo contrario.La situación del imputado comenzó a complicarse con el testimonio de un camarada suyo, el mismo al que reemplazó en el destacamento del barrio Kennedy.Este hombre habría dicho que, aquella noche, el suboficial mayor llegó acompañado por un menor para relevarlo en la guardia.En ese contexto le preguntó que hacía ese chico allí, recibiendo como respuesta que no se preocupara, que era su sobrino.Igualmente le advirtió que no podía quedarse en el destacamento, bajo ningún punto de vista.El testigo habría asegurado que el ahora detenido llegó a la sede policial del Jardín Botánico a eso de las 5.40, en coche y procedente de una bailanta situada en la ruta nacional 12, a la altura de la ex Tortosa, donde había prestado servicio adicional de vigilancia.Todo parece indicar que allí conoció al adolescente y desde allí lo llevó a la dependencia situada en barrio Kennedy.Según pudo averiguar este diario, el acusado había comenzado a prestar servicios hacía poco en el destacamento del Jardín Botánico.Al parecer, había ocupado el lugar, el menos temporariamente, de un camarada que habría salido de licencia vacacional.Es decir, estaba de paso por la zona. Días después, el mismo testigo se enteró de que “algo grave” había sucedido en la sede de seguridad ubicada en barrio Kennedy.En ese preciso momento, según habría declarado ante la Justicia, recordó aquel episodio de su camarada de armas con el menor de edad.Pero a esa altura de los acontecimiento ya había bajado la orden de que el asunto se manejara con absoluto hermetismo y que si trascendía, que fuera por acción de la Justicia y no por la Policía.Eran tiempos de la conducción Benjamín Roa-Víctor Armando Rutschmann, poco proclive a dar a conocer episodios oscuros en la fuerza de seguridad provincial, uno más escandaloso que el otro, como las escuchas ilegales o la desaparición de vales de combustible en la mismísima Jefatura de Policía. Un caso para no olvidarLa investigación de este bochornoso y aberrante episodio estuvo a cargo del juez de Instrucción 3 de Posadas, Fernando Luis Verón, quien la sacó adelante en forma magistral.El magistrado debió trabajar durante dos años para llegar a la identidad del supuesto autor.Todo porque la Policía ocultó el caso y no facilitó la tarea a la Justicia.La única información certera era la que brindó la víctima, de que el abusador era policía y que lo había conocido en una bailanta situada en ruta nacional 12, a la altura de la ex Tortosa.Desde allí, supuestamente, lo trasladó en su coche al destacamento de barrio Kennedy.Pero una circunstancia jugó a favor de la Justicia. Cuando se estableció la fecha precisa en que ocurrió el hecho, también se supo que dos policías prestaron servicio adicional de vigilancia en la bailanta de ruta nacional 12, horas previas al episodio de abuso sexual.Los investigadores judiciales tuvieron fortuna: uno de ellos era personal femenino.Así comenzó a cerrarse el círculo en torno al suboficial mayor que ahora quedó a un paso del procesamiento.El hermetismo policial en torno a un episodio gravísimo como este, que involucraba a uno de sus hombres, fue de tal magnitud que el juez Verón amagó con investigar más arriba para establecer la identidad y rango del oficial superior que no colaboró con la causa. Por fortuna para él o ellos, quedó todo allí por falta de elementos probatorios.No obstante, queda una lectura: es de esperar que en el futuro no se repitan episodios de estas características: porque la Policía está para investigarlos, no para encubrirlos.




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