POSADAS. María Pletsch murió el viernes, en su casa del barrio UDA, a los setenta años. Venció al cáncer que la maltrató durante algunos años pero no pudo superar los mareos y pérdida de equilibrio que desde 2006 la obligaron a dejar de manejar su querido y viejo Peugeot 206. “Me voy de la dirigencia gremial con el mismo auto con el que entré”, contó a esta periodista el 21 de mayo de 2009, el día en que anunció su retiro de la vida sindical, tras haber perdido las elecciones del gremio que fundó: la Unión Docente Nueva Argentina de Misiones (UDNAM). Fue, además, la fundadora de la seccional Misiones de la Unión Docente Argentina (UDA). “Dediqué los últimos 21 años de mi vida al sindicalismo y, ahora que doy por terminada esta etapa de mi vida, me voy con menos de lo que entré. Cuando empecé en el sindicalismo tenía 35 horas cátedra como profesora de Matemática y Física, pero después hubo una eliminación de unas horas de taller docente que pude haber reclamado porque no me las podían sacar por la inmunidad gremial, pero decidí no hacerlo porque todos los colegas perdieron esas horas. Por ética, tampoco nunca incrementé las horas cátedras pese a que tenía nueve horas de margen, ¿cómo podía tomar más horas cuando sabía que inmediatamente iba a pedir licencia?”. Fue honesta hasta los huesos y nunca negoció sus ideas. “El legado de mi mamá fue la honestidad”Sus tres hijas, Liliana, Karina y María Itatí (todos la conocen como “Mati”), vinieron a Posadas para despedir a su mamá y compartirán una semana en la casa que las vio crecer antes de regresar a sus vidas. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, su hija mayor, Liliana Cuenca Pletsch, la primera mujer decana de la UTE, recordó su niñez a su lado. “Yo estaba en tercer grado cuando mi mamá decidió estudiar el bachillerato acelerado para adultos y no paró hasta recibirse de profesora de Matemática. Mi mamá fue un ejemplo para mí, me mostró que las mujeres podían estudiar, trabajar, tener hijos, ocuparse de su casa y ejercer una profesión”. Durante sus primeros años como docente viajaba a dar clases a Cerro Azul, localidad que la vio nacer, “allí conoció al delegado de UDA en Misiones y, en el living de mi casa, se gestó la seccional de UDA Misiones”, recordó Liliana.“Era dura mi vieja, pero nos dejó como legado la honestidad. Perdió muchas cosas por sostener una idea o defender a sus afiliados. Le indignaban los negociados que beneficiaban a los representantes y perjudicaban a los representados… mi vieja no transaba, pese a que le hicieron muchos ofrecimientos que le hubieran permitido vivir sin ningún tipo de necesidad. Con decirte que el mismo Peugeot 206 que usó en la UDA y en UDNAM ahora lo tiene mi hermana. Antes tenía un Fiat 147”, contó. El último cumpleaños “Mi mamá siguió mi carrera -es ingeniera en sistemas- muy de cerca. Creo que sentía que, aunque en otro ámbito, había elegido lo mismo que ella. Estaba atenta a todos nosotros, no sólo de sus hijas sino también de sus ocho nietos y del noveno que viene en camino. Hablaba siempre con todos, con mi hija mayor, que es novicia, con mi hijo del medio que es arquero… lamento mucho que se haya ido sin saber que confirmaron a su nieto como jugador de Belgrano de Córdoba”. Pese a que los mareos cada vez más frecuentes deterioraron mucho su salud en los últimos años, nunca perdió su mente lúcida y brillante. Hasta su último día, María fue una fumadora empedernida. “Este año, el 26 de mayo, le hicimos una fiesta de cumpleaños en la que estuvieron sus hermanos que están vivos, sus sobrinos, toda la familia y los amigos. Ella estaba contenta porque -decía- que no sabía si cumpliría más años. Es que mi mamá venía de una familia de once hermanos y desde que empezaron a morir ella empezó a llevar la cuenta del modo en que iban muriendo: uno de los mayores y luego uno de los menores. El año pasado murió la mayor de todas las hermanas y entonces estaba convencida que seguía ella, que era la menor de todas”, indicó. Y por un misterio del destino, María Pletsch acertó.




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