PUERTO IGUAZÚ. El lamentable crimen de la estudiante Liani Itatí Piñeiro reúne todos los condimentos de un policial de suspenso de Hollywood. Pero no es ficción, sino la cruel realidad. Desde el primer capítulo de un episodio atroz, en el que una muchacha de 18 años es violada y degollada, hasta el final, cuando el principal sospechoso decide ahorcarse en la celda donde permanecía detenido.Y tan lamentable como este luctuoso episodio criminal resulta que no se hayan tomado las medidas necesarias para resguardar la vida de un joven de 18 años, que aparecía seriamente comprometido en la investigación por el macabro asesinato de Liani Itatí.El sospechoso se ahorcó el jueves -se presume que alrededor de las 7.20- con los cordones de sus zapatillas. Se los ató al cuello y los sujetó a los barrotes del calabozo, desde una altura superior a los dos metros.Fuentes del caso indicaron que el cuerpo quedó suspendido en el aire, a unos cincuenta centímetros del piso.Desde allí fue observado por el preso que estaba alojado en una celda ubicada frente a la del suicida.“Se ahorcó, se ahorcó”, gritó y al instante arribó el llavero (como se le dice al encargado de los calabozos en la jerga policial).En el caso interviene Asuntos Internos. Trascendió que la negligencia del agente o llavero es tan clara que se encuentra ya fuera de discusión. La investigación, administrativa y judicial, podría extenderse incluso a la cúpula de la Unidad Regional V, con asiento en Puerto Iguazú. Postergaron la indagatoriaLa declaración indagatoria que debía prestar ayer el agente detenido e imputado de los supuestos delitos de “incumplimiento u omisión de los deberes de funcionario público” se pospuso para hoy, indicaron fuentes judiciales.El juez que entiende en la causa, Juan Pablo Fernández Rissi, titular del Instrucción 3 de Puerto Iguazú, debió viajar a Eldorado porque subroga, en esta feria judicial, a sus similares del 1 y 2 de esa ciudad.Por eso, todas las novedades y causas que se instruyan en este lapso, hasta el 27 de este mes, pasarán por sus manos.Al parecer, el crimen de la estudiante de 18 años retrasó los expedientes en Eldorado, razón por la que ya no podía postergar su viaje para atenderlos. No empaña un trabajo detectivesco impecableNo es la primera vez que un detenido se quita la vida en una dependencia policial. En esta ciudad y en otros puntos de la provincia. En algunos casos fueron impredecibles, imposibles de evitar.Pero el de Hernán Céspedes no ocupa ese estamento. Se trata de una muerte perfectamente evitable y de un accionar policial negligente por donde se lo mire.Un episodio que no debe olvidarse ni quedar impune, con sanciones para el que debía cuidarlo y también para quien debió extremar las medidas, desde su posición de mando, para evitar el trágico desenlace.No obstante, es noble decirlo, que el trabajo investigativo fue impecable. Cuando Céspedes tomó la decisión de quitarse la vida, los indicios probatorios en su contra eran poco menos que contundentes.Entre esos elementos estaba el testimonio revelador de la novia, que desmintió la versión de que había pasado la noche con él, el hallazgo del celular de la víctima en casa de los padres del acusado y el secuestro del presunto arma homicida en el domicilio de su hermana.El joven iba a ser indagado ayer en el Juzgado de Instrucción 3 de Puerto Iguazú, ante el magistrado Juan Pablo Fernández Rissi.Allí confiaban en que iba a quebrarse. Pero todo quedó en la nada tras su muerte.




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