POSADAS. “Dicen que en un mundo feliz están esperando por mí”, dictaba la letra de la canción que resonó como el himno central de “Smail”, el music hall que presentó por primera vez el reconocido y multifacético Aníbal Pachano en Posadas. Con dos funciones, la noche del domingo se convirtió en la clásica avenida Corrientes de Buenos Aires, con una cartelera que mostraba la obra que fuera éxito en la temporada veraniega de Villa Carlos Paz, Córdoba. En su paso por la ciudad dejó ese sello de prestigio con el talento de grandes actores que utilizaron la danza y el canto como puente para unir su talento a la sensibilidad del público, ese mismo que por momentos disfrutó en silencio de cada cuadro musical y en otros participó con palmas y tarareando algunas canciones de María Elena Walsh y Estela Raval, inmortalizadas en la piel de grandes artistas.Pasada las 21, las luces se apagaron y un destello de brillo, por las lentejuelas de suntuosos trajes, encendieron al auditórium del Instituto Montoya con cuadros que dieron paso por lo melódico, la nostalgia y el clásico tango argentino. Mucho de Boton Tap, uno de los primeros grandes éxitos de Pachano, se vio reflejado en los pies de los bailarines. Al ritmo de sus zapateos, movimientos acordes de manos y caderas fueron marcando cada momento especial de esas casi dos horas de show.Cambios de vestuario, movimientos dentro del escenario, coreografías bien marcadas y un talento indiscutible que sentencia a Aníbal Pachano por excelencia con vistosas galeras, acompañado de la luz que irradió su hija Sofía. Detrás, jóvenes que derrocharon simpatía.Canciones de María Elena revivieron ese momento de la niñez por las que todos en esa noche habrán pasado, disfrutando de un compás de pasos que marcaron el twits del “Mono Liso” o “La Reina Batata”, sin descartar la gran emoción que fue la interpretación de ese gran clásico “Como la cigarra”. Entre cuadro y cuadro volvía a sonar la canción de “Smail” que en su estribillo expresa: “… dicen que hay un mundo feliz esperando por mí. El arco iris dice que hay un lugar lleno de sueños que esperando está…”.Con bastones marcaron un cuadro que simplificó ese gran ritmo que se lleva en los pies con el tap, sin dejar de lado la danza clásica que sobre una mesa desplegaron movimientos bien marcados, contorsionando el cuerpo trabajo del reconocido bailarín Nicolás Armengol.“Bésame mucho” transportó al público a un momento especial del espectáculo, compartiendo estilo y compases, Aníbal y Sofía dejaron talento y marcaron distinción de la cual la gente agradeció con ovaciones.Desde las butacas el respeto fue único, al pedido de no sacar fotos por parte de la producción se respetó casi por unanimidad. Frente a los ojos de la gente sólo se pudo apreciar esa connotación de alegría, la misma que Aníbal había anticipado como una constante del espectáculo a PRIMERA EDICIÓN en la única entrevista que cedió a los medios, durante los días previos.Allí estaba ese mítico jurado que en ShowMach exige clase y elegancia. Con él, su hija que también forma parte de esa gran pantalla que ofrece el programa televisivo. Y detrás un grupo de gente que le puso empeño a cada momento de “Smail”. Mucho más allá del escenario, también estaba esa gente que noche a noche hace posible montar ese gran espectáculo que revive la magia del music hall. Danza, baile, estilo, glamour y virtuosismo brindaron un show inigualable sobre las tablas del escenario. Debajo, la gente de pie despidió la gracia de un personaje que lleva las mil caras, pero que asegura ser un ser humano que trabaja con pasión, “por el arte que moviliza montañas y siempre estará vigente”.Cerrando con un pequeño monólogo, Aníbal Pachano no dejó pasar la situación actual del país, interactuó sobre los gustos políticos, impulsó lo mediático de la televisión a ese pedacito de espectáculo, reanimó el fuego de la pelea con “esa señora” Graciela Alfano y trajo a escena la necesidad de continuar difundiendo el HIV, sin descartar el impulso que lo moviliza a trabajar en busca de la obra social para todos los infectados del país.“Smail”, un espectáculo para sacarse la galera y aplaudirlo de pie.





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