POSADAS. El Instituto para el Desarrollo Social Argentino confeccionó un informe en el cual revela que el empleo en negro en pequeñas empresas, de menos de 25 empleados, se mantiene a niveles similares a quince años atrás; a pesar del fenomenal crecimiento económico que registró la economía nacional en la última década.“La bonanza económica y los mayores controles laborales indujeron a una mayor propensión al cumplimiento de las normas, pero entre las empresas más grandes. Entre las empresas más pequeñas estas acciones no han tenido impactos importantes”, describe Idesa.Para avanzar en la identificación de los factores que subyacen en la persistencia de la informalidad, es útil analizar los datos según diferentes tamaños de empresa en una perspectiva de largo plazo. Así, tomando el conjunto de los asalariados no registrados que trabajan en empresas privadas (es decir, excluyendo a los empleados públicos y al servicio doméstico) se observan las siguientes tendencias:• En 1996, el empleo no registrado privado era de 42%, con una tasa de 16% en empresas con más de 100 trabajadores y de 52% en empresas con menos de 25.• En el 2004, la tasa general era de 46%, con una tasa de 12% para las empresas con más de 100 trabajadores y 62% para las empresas con menos 25 trabajadores.• En el año 2011, la tasa general disminuyó al 35%, con una tasa de 8% para las empresas con más de 100 trabajadores y de 53% para las empresas con menos de 25 trabajadores. Aunque la información debe ser tomada con precaución porque cubre años cuando el Indec aplicó diferentes metodologías para la encuesta, la orientación e intensidad de los cambios son muy sugerentes. Mientras que en las empresas más grandes la incidencia de la informalidad se redujo a casi la mitad, entre las empresas más pequeñas se mantiene una proporción de empleo “en negro” similar a la observada hace quince años.“Las acciones tomadas hasta ahora estuvieron centradas en aprovechar la licuación de costos laborales asociada a la mega devaluación del año 2002, la bonanza económica que se inició en el 2004 y un endurecimiento de los controles laborales. Esto surtió efecto, pero entre las empresas más grandes”, expresa. “Entre los emprendimientos más pequeños, no indujo cambios de comportamiento. Por esta vía, no sólo se tocó límite en el proceso de reducción de la informalidad sino que ahora se tiene un mercado laboral mucho más desigual que en el pasado, respecto a las condiciones de contratación según el tamaño de la empresa”, explica el informe.Luego sugiere que “para seguir reduciendo la informalidad laboral es imprescindible revertir esta desigualdad y esto demanda agregar, dentro de las acciones que se vienen tomando, la revisión de la normativa laboral. Los cambios deberían estar centrados en lograr que para las más pequeñas empresas el cumplimiento de las normas sea factible”. “Con creatividad y racionalidad se pueden diseñar normas laborales que cumplan con eficacia su rol protectorio de los trabajadores sin imponer complejidades o sobrecostos que desalientan la formalización y, en muchos casos, la hacen incompatible con los muy bajos niveles de productividad de las pequeñas empresas”, señala el trabajo.





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