OBERÁ (Esteban Abad, enviado especial). Comenzó en una magnífica tarde soleada y finalizó al promediar la noche del domingo 13, la XIX Fiesta Provincial de la Verdulera.La platea llena del anfiteatro del Parque de las Naciones le brindó el marco necesario al desfile de artistas que contó, como maestro de ceremonias, con Julio Silva, secundado más tarde por Hugo Petersen, quien en el cierre, con Joselo Schuap, se mostró como un gran cantor. Abrió el espectáculo la joven cantante Magalí, tras la apertura de la que participaron la paisana de la Casa de la Cultura Argentina, Andrea Rivas, la donosa Camila Vargas y la paisana obereña junto al ballet Agitando Pañuelos. La danza estuvo en todo momento representada por las bailantas chamameseras de Oberá, Alem, Concepción de la Sierra y otros puntos de la provincia; desde donde llegaron también grupos de música regional y e instrumentistas. Estuvieron los Hermanos Zabala, alumnos de Ricardo Vuori, el principal homenajeado de la fiesta, como fundador y como músico emblemático de Oberá, tributo que también se ofreció a los recordados Pedro y Miguel Chiñoski y Demetrio Powch, fallecidos no hace mucho, cuyos familiares recibieron certificados y plaquetas recordatorias que fueron entregadas por el intendente de Oberá, Ewaldo Rindfleisch; el concejal Jorge Motta, el titular de la Federación de Colectividades organizador de la Fiesta Nacional del Inmigrante, Bernabé Aguirre; la directora de Cultura, Martha Motta, y otras autoridades. El público disfrutó de siete horas de paseo musical y coreográfico por la región, que abarca Misiones, Paraguay, Río Grande do Sul, Corrientes, Chaco y Formosa, con la sonorización a cargo de los hermanos Vignolo, de Oberá (Ampliaremos). Benítez y Benítez De menor a mayor -salvo error de apreciación- y tomado de la palabra de Lisandro, los Benítez son Loreley (solista de canto femenino y coros), el nombrado Lisandro (solista de canto masculino), Javier (bandoneón), el tío Nene (batería), papá Jorge (guitarra) y en bajo, Oscar Pedrozo, a quien después de la actuación en el XIX Festival Provincial de la Verdulera seguro le dicen “¡Adiós Benítez!”. Benítez y Benítez es una familia de músicos que el domingo 13 tuvo la responsabilidad de rendir el homenaje musical a Ricardo Vuori, uno de los fundadores del festival y a quien se lo recordaba especialmente, aunque las menciones también abarcaron a Demetrio Powch y a los Chiñoski. Lo dijo el prolijo maestro de ceremonias Julio Silva y lo refirmó el intendente Ewaldo Rindsfleich, “este festival es un homenaje continuo a nuestros queridos músicos”.Benítez y Benítez, no obstante, le ofrendaron “El último tango”, cantado por el Laureado Lisandro, que trocó para eso su poncho por un elegante saco azul, con brillante interpretación de Javier en el instrumento preferido de don Vuori, el bandoneón, y el acompañamiento del resto de los Benítez. Fue una emotiva demostración de afecto a quien con justicia puede ser llamado “maestro de maestros”. Sus alumnos Marcos y Juan Ramón Núñez fueron, en el marco de este homenaje, mencionados por Rindsfleich, quien recordó haberlos oído decir en un programa de TV que Juan manifestaba que Vuori era “alguien que no olvidaré jamás por las enseñanzas que me impartió”. El dolor por la lamentable muerte de Miguel Chiñoski y de su padre y la reciente desaparición física de Demetrio Powch serían también recordado y los familiares presentes recibieron pergaminos y plaquetas. Joselo, digno cierre de la fiesta Joselo Schuap quiso disimular la emoción que le provocó la recepción brindada por la platea del Parque de las Naciones, confirmando la popularidad del cantautor misionero, con un chiste, “No, si nosotros vinimos porque somos de acá nomás, de Alem”.Siendo cerca de las 21.30, el anfiteatro había sido ganado por un intenso frío desde que el sol dejara de brillar en la tarde de ese domingo de “primavera”. Eso motivó un agradecimiento de Schuap, que corrigió su chiste diciendo “en realidad llegamos hace pocas horas de Chaco, donde estuvimos en la peña de Zitto Segovia ” y comenzó a desgranar un repertorio en el que incluyó varios temas de su CD “Machete y Chamamé” (entre ellos “Almacén de Sanguina”, “Mis Zapatos”, “Tío Solano” y el clásico de Ramón Ayala, “El Cosechero”. Entre tema y tema recordó su actuación el año pasado en la Fiesta Nacional de los Inmigrantes y sugirió a los organizadores de festivales contratar a los músicos misioneros, “que hay muchos y muy buenos”. La actuación de Joselo y su grupo, al cierre del programa, impidió que el show del conjunto fuera disfrutado por más gente, perdiéndose – por el frío- la entrega de “Musiquero de las sombras”, tema en el que se reconoce el tributo de Schuap a los músicos participantes en la fiesta y aun a los que no son reconocidos e ignorados por la prensa y los empresarios del espectáculo. Pablito Monje (cinco años )Pablito Monje, ganador de un certamen de Canal 13, de Buenos Aires, acumuló admiradoras que se acercaban al cerco que separa al escenario del Parque de las Naciones del sector destinado al público con sus cámaras y celulares. Con su verdulera y una capacidad que desborda sus cinco añitos, brindó una selección de páginas del Litoral que incluyó chamamés muy conocidos, chotis y valseado. Pablito fue muy aplaudido, no sólo por su edad ni tamaño, sino porque el gurí es un pequeño prodigio, toca muy bien y representa un valor innegable enrolado en la reserva de talentos que alimentará a futuras ediciones de esta fiesta que celebra el pueblo de Oberá y, de a poco, todo Misiones. La verdulera Con dos o tres hileras de teclas y ocho bajos, la verdulera, reina de la fiesta que tuvo lugar en el anfiteatro del Parque de las Naciones en Oberá, sede de la Fiesta Nacional de los Inmigrantes, fue el objeto del testimonio que, a juzgar por los trajes y las características del heterogéneo público que llenó la platea del lugar, fue cosmopolita.Entre vestidos de paisanos correntinos, glamurosas paisanas criollas, colorido
s atuendos ucranianos y otros de Europa, jóvenes mensúes de la tarefa lucían polainas de cotonina y algún gaúcho riograndense atraído por el sonido de esta “gaita” emitiendo sones litoraleños o ultramarinos, de chotis y galopas misioneras y hasta el banerón del Alto Uruguay.





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