El objetivo era darse cuenta de que una vez entrenado el corazón, éste estará presente en todos los actos de la vida y será la conciencia divina que actúe a través de ellos: “Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de entrenamiento sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua”.El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió. El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: “Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo. ¡Llenar un colador con agua! ¿Cómo? Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Practico con entusiasmo, leo algún libro espiritual, escucho con atención a mi maestro, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo… no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo”.Siguieron reflexionando. Algunos pensaron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo y que nunca comprenderían la esencia de las prácticas espirituales. Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. Él le dio un colador y un tazón y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.“Muéstrame cómo llenas un colador con agua”, le dijo el maestro.Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.“Con la práctica dos o tres veces por semana es lo mismo”, dijo el maestro, “mientras uno permanece de pie en la roca del Yo e intenta llenarla con cucharadas, la esencia se escapa por todos lados. No es ése el modo de llenar un colador con agua”.- “Entonces, ¿cómo se hace?”, preguntó la mujer.El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.“Ahora está lleno de agua y así permanecerá”, dijo el maestro. “Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica. La Unidad no se logra vertiendo pequeñas dosis de conciencia en la individualidad sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida”.ColaboraPatricia [email protected] Facebook: Patricia Monica Couceiro 3764 829015





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