Hay un mundo sutil que nos rodea
y no me refiero al de los ángeles, que quizás este todavía demasiado lejos para percibir.
Hablo de lo que está, y nunca lo observamos o sentimos
Tan solo si nos sentamos un rato en silencio
sin celular, en silencio. Sin música, en silencio.
Puede ser que los primeros 5 minutos nos sintamos incómodos o ridículos, puede ser. Pero con el transcurrir de los minutos comenzamos a serenarnos, nuestros sentidos se aquietan, no hay peligro, entonces podemos expandirnos.
Nuestra mente, a través de nuestra respiración comienza a aquietarse y de a poco, se despliegan ante nuestros ojos distintos matices, distintas clases de verde de acuerdo a la especie o a su crecimiento. Más nos aquietamos, más percibimos las fragancias, los pájaros. Si estamos cerca del río, el agua y su movimiento, casi imperceptibles pero reales
eso y más, está siempre, todos los días. ¡Es la vida!
Hay un mundo sutil que nos rodea y está también dentro de nosotros.
Con tan solo observar veremos el hilo sutil de la naturaleza. Las hormigas trabajando para juntar comida para el invierno dejando en el pasto sus rutas. Toda clase de insectos en la tierra, en el aire, en el agua. Esos que sentimos que nos amenazan también son parte de la vida, es más, son los enlazadores del mundo, ellos construyen nuestro ecosistema; lo transforman, purifican, renuevan y viven en nuestro planeta igual que nosotros. Organizados de otra manera, quizás respetando la vida.
No estamos solos, nunca.
No solo los ángeles son sutiles, parte de la naturaleza solo se esconde del ruido y la actividad de la ciudad.
Si tan solo soportamos los 5 minutos iniciales comenzaremos a sentir el viento sobre nuestro rostro y él nos hablará del mundo sutil, nuestra visión se expandirá y comenzaremos a ver donde antes pensamos que no había nada, comenzaremos a escuchar los sonidos del silencio y en él, el mensaje de la naturaleza.
¡No me destruyas!, yo también soy parte al igual que vos. Observa y te sorprenderás. Y así verás todas las mañanas que no estamos solos. Siente, camina lento y percibe la vida a tu alrededor. Hay tanto por hacer y comprender. Tan solo pon un plato con alpiste en tu ventana y verás.
Colabora
Patricia Couceiro
Consteladora
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