María Marta entró al consultorio acompañada de su hija. Ella es profesora jubilada de 72 años, viuda y con antecedentes de hipertensión, diabetes, artritis, gastritis, colon irritable. Parecía una mujer mucho mayor. Tomaba una cantidad de medicamentos diariamente, más los que tenía para cuando había crisis de alguna de sus patologías.
Su día transcurría apacible, sin obligaciones y tenía la compañía de una señora que hacía la limpieza. Sus hijos la visitaban cuando podían. Esta historia se repite muchas veces en el consultorio: La soledad y tristeza que sentía, las reflejaba en su ser de dolores y malestar general.
La inactividad física y mental es una de las mayores patologías silentes. A veces estamos agobiados por todo y solo envidiamos a la gente que ya no tiene obligaciones, pero lo peor es esperar a que las horas del día transcurran sin una meta, sin un objetivo.
De ahí viene el mayor dolor de tanta gente, por eso es necesaria la rutina del trabajo. Jaja sí, la rutina del trabajo con gusto, con placer para fortalecernos. Como mínimo necesitamos dos obligaciones semanales que no puedan posponerse para después, por ninguna excusa todos deberíamos tener, pero ¿cómo acompañar ese deseo neurológicamente?, ¿cómo fortalecer nuestras decisiones?
El Sistema Nervioso, bioquímicamente necesita neurotransmisores, minerales tales como el magnesio y determinados grupos vitamínicos como la vitamina B, ambos compuestos son esenciales. Son mis pasos casi obligatorios en el consultorio cuando vienen personas medicadas con todo, pero sin vitaminas ni minerales, brindárselos. Son sustancias difíciles de completar en una escala alimenticia porque evitan comer cosas crudas por dolores intestinales y van generando mínimamente deficiencias que -muchas veces-, decaen su estado anímico y provoca que no quieran salir ni hacer actividades extras.
Su tristeza viene acompañada de un desequilibrio bioquímico que simplemente tomando poco liquido, comiendo pocas semillas, frutas y verduras, las deficiencias se notan.
El ser humano necesita sentirse útil, aprender a disfrutar de ser parte de algo y ser necesitado, querido. Cuando nos aislamos empezamos a decaer.
Ayudemos con fortalecer el Sistema Nervioso con suficientes líquidos, minerales y vitaminas del complejo B que se pueden administrar en forma endovenosa u oral.
Es esencial el trabajo mental y físico con actividades programadas y un mínimo de actividad de elongación y sobre todo fortalecer la espiritualidad y la ayuda a la comunidad. Siempre hay alguien cerca que nos necesita. Fijar días para visitar otras personas, iniciar algún curso que nos active cerebralmente como computación. La menor cantidad de medicamentos en corto plazo y el bienestar se notará sin lugar a dudas. Pocos cambios y muchas satisfacciones
A vivir con plenitud a cualquier edad.
Colabora
Marcela Campias
Médica. Clínica.
Especialista en Medicina
Orthomolecular. CIMO
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