Este 2017 fue uno de los más duros que le tocó enfrentar a Cristina Kunz, porque de por sí, la tiene difícil desde hace mucho. Su marido ya no está, su beba necesita operarse y todavía no puede despejarse de todo lo malo que le ha pasado en tan poco tiempo. Está sola y hay cosas que no terminan de encaminarse para sacar adelante a su familia. Recordemos que, <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249847/la-vida-no-le-da-tregua-tiene-cinco-hijos-y-su-esposo-esta-en-coma.html">como contó PRIMERA EDICIÓN</a> meses atrás, a su humilde condición de vida se le sumó la planificación para operar del corazón a Kiara. Junto a su esposo Daniel habían empezado a levantar varias hileras de ladrillos para la habitación adecuada en la que debía estar su hijita. El 20 de mayo su compañero sufrió un accidente durante una poda que lo dejó en coma. Así, la lenta construcción de la habitación que iba ser para la pequeña cambió de inquilino. Mucha gente ayudó a que esa pieza del fondo se terminara. Iba ser Daniel el que iba alojarse ahí cuando le dieran el alta, pero <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/252502/murio-daniel-el-marido-de-cristina-kunz.html">murió el 4 de agosto pasado</a>. La inercia de la buena voluntad hizo que mientras todo ese drama ocurría, adelante se hiciera otra pieza para la beba. De la anterior casa de madera vieja solo quedó una pared de tablas en el frente y el cielo abierto entre las habitaciones ubicadas en diagonal en los extremos del terreno. Por ese espacio, la lluvia entra a las habitaciones. Hoy Cristina vive con su nena y sus otros hijos distribuidos en las piezas.Antes que comenzaran los problemas ella vendía bollos y pan casero, pero por el accidente de su esposo empezó a vender todas las cosas que tenía, entre ellas el horno y los utensilios que usaba para hacer los alimentos que después ofrecía de forma ambulante. Hace pocas semanas a través del padre Alberto Barros le consiguieron un horno nuevo con el cual iba volver a trabajar, pero se cortó con una chapa al intentar cerrar un lugar en el cual resguardarlo de la lluvia. Según comentó Cristina, un señor del IPRODHA le aseguró hace casi dos meses que iban a traerle una parte de una casa prefabricada para cerrar el espacio abierto que quedó entre las dos habitaciones. Le pidieron que desarmara el techo y las paredes de madera que habían quedado. Pero no aparecieron más. Se quedó sin lugar para cocinar y para guardar el horno. Fue así que despacio volvió a montar las tablas que había desarmado para improvisar una cocina, al lado de la pieza, pero como fue hecha de retazos, la lluvia se mete por las hendijas y los agujeros de las chapas. También entra agua a las habitaciones porque las puertas dan hacia el afuera. Contó que su nena está bien, pero sigue bajo tratamiento a la espera de finalmente poder acomodarse mejor. Relató que el cardiólogo que la atiende llamó personalmente a un funcionario provincial para pedirle que su cartera se ocupe de terminar de acondicionar la casa de Cristina. Tomó el teléfono y le dijo que mientras ellos no se ocupen de eso no iba ser posible que la niña entre a cirugía. Cristina agradece inmensamente la ayuda de la gente. Piensa que hubiera sido de ella con su pequeña enferma y su marido en coma si no hubiera aparecido la ayuda solidaria. Pero aún así le resulta difícil despejar su mente y encontrar tranquilidad. A veces no puede evitar caer en pozos depresivos pero se levanta, porque tiene a sus hijos y a su nena que la necesitan fuerte. Fotos: M.Colman





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