Esta es la historia de una mujer que, alguna vez, tuvo siete años y fue a la escuela. Invadida por algunas eventualidades de chica, la vida la premió con la suerte de cruzarse con una maestra de sonrisa amplia y ojos almendrados que, con calidez y presencia, supo construir un ideal de persona en el interior de la pequeña. Aunque ambas no lo supieran, ese ideal -atesorado celosamente por el custodio de los recuerdos, la memoria- definió el camino de una joven de 31 años… 24 años después.Alejandra Vera (31), la entonces alumna, volvió a encontrarse con una fotografía que retrataba lo que, de chica, la supo resguardar y calmar cuando su madre, embarazada, tuvo que enfrentar los tiempos complicados de los años ’90. Más aún cuando el agua, obligada por la decisión de algunos directivos interesados en cambiar de forma del río Paraná, se llevó su hogar y el de sus hermanos. Esa foto, un tiempo después, supo conservar la sensación que le representaba a Alejandra su maestra Isabel. Tanto así, que la motivó a publicar la imagen en un portal de Facebook de nombre “¿Dónde estás?”, con un escrito que contaba la historia y rogaba por datos que la acercaran a esa mujer de su infancia.“Siempre hubo un acompañamiento de ella hacia mí, y a toda mi familia. En tiempos difíciles ella nos llevaba ropa y comida a mi casa. Y buenos tratos. Después, cuando vino la inundación perdimos todo, y otra vez mi maestra nos ayudó, hasta que nos re bicaron -mi familia es relocalizada- y nos mudamos al barrio Yohasá con mi mamá y mis hermanos, a partir de ahí no la vi más. Yo seguí cruzando por la Escuela Nª 521, pero ella ya no estaba, parece que se había jubilado, le perdí el rastro”, relató Vera a PRIMERA EDICIÓN.“Con la inundación, se perdieron fotos y muchos recuerdos de mi familia. Sin embargo, a principio de este año -cuando fui a pasar las fiestas a Posadas- mi hermana me entregó la foto donde estaba con mi maestra. Contenta la guarde”, contó Vera, con acento porteño, después de vivir doce años en la capital del país. “En el día del amigo, decidí publicar la imagen. Supuse que en esa fecha iban a estar a full las redes; y bueno, me propuse buscarla. Al otro día ya tenia el número de ella”, confesó Vera. “Ya hablamos por Whatsapp, cuando vaya a Misiones, a fin de año, nos vamos a ver”, anticipó.“Solo sentía la necesidad de decirle gracias…”Suelen decir que es característico de la infancia no dimensionar correctamente las acciones de los grandes. La lectura de los actos de los adultos no siempre es muy comprendida, ni se tiene tanto análisis simbólico, de forma cociente, para interpretarlas. Quizás, porque por lo general la esfera de lenguaje de los niños no es la misma que la de los adultos. Sin embargo, con el tiempo, las olas de recuerdos suelen traer a colación imágenes, memorando sensaciones. Y convertidos en adultos, le damos una significación coherente -a veces sobre dimensionada-que se puede convertir en algo trascendental. “Era chica en ese momento, tenía siete años y uno cuando es niño no es que no valora sino, más bien, tiene otra mirada de las cosas. Una mirada más simplista sobre lo que pasa. Y hoy, que tengo 31 años después de ver la foto de ella, me surgió la necesidad de decirle lo que nunca le dije: gracias. Me acordé de todo, ella fue una maestra muy amorosa, muy cariñosa, siempre ayudándonos; y se lo quiero agradecer cara a cara”, expresó la joven de 31 años que aspira seguir los pasos de su maestra de segundo grado y buscar oportunidades para sembrar la semilla de los buenos ejemplos en los niños, que la vida le ponga enfrente para ejercer su profesión como formadora.La semilla brotóAlejandra Vera, hoy, está terminando su carrera de profesorado en educación inicial. “Decidí estudiar esta carrera porque la docencia siempre me llamó la atención, y me inspiré mucho en cómo Isabel fue conmigo. Hay maestras que te dejan cosas significativas, que van más allá de lo que es la escuela. Y todo eso que yo viví con ella, me llevó a tratar de ser algo como lo que ella fue conmigo. Y eso trasladarlo yo a los chicos con los que hoy trabajo cuando voy a hacer las prácticas. Trato siempre de dejarles algo bueno… lo mismo que Isabel hizo conmigo”, finalizó Alejandra desde Buenos Aires.





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