Si tengo que poner algún alimento en el ranking de los “rechazados”, sin lugar a dudas el primer lugar lo ocupa el mondongo, seguido a una distancia prudente por el brócoli. También están las verduras en general, sobre todo en niños y adolescentes, así como las achuras y el pescado.Ante la pregunta que realizo a diario en mi consultorio: ¿hay algún alimento que no te guste, te dé alergia o no consumas por alguna razón? Esos son los alimentos mayormente mencionados.Y si bien dicen que sobre “gustos no hay nada escrito”, podemos considerar con bases científicas que nuestras preferencias en alimentos son construidas desde el momento de la concepción. Está demostrado que cuanto más variada la dieta de la mujer durante el embarazo y la lactancia en cuanto a sabores, mejor será la aceptación posterior tanto en la niñez como en la vida adulta, existe una especie de reconocimiento que se manifiesta con agrado o rechazo.Además solo con observar las diferencias en cuanto a los hábitos y costumbres alimentarias en cada país o cultura, podemos percibir claramente que las elecciones de manjares o placeres en cuanto a los platos, son muy diferentes a no muchos kilómetros de distancia.¿Hay algún inconveniente con que nos disgusten ciertos alimentos? Pues no y sí. No, si se pueden reemplazar por otros del mismo grupo. Sí, en el caso de que el alimento rechazado tenga nutrientes esenciales que no estén disponibles en otros alimentos. Por otro lado, cuanto más amplitud y variedad tengamos en nuestros menús, mejor alimentados vamos a estar.En Argentina tenemos una dieta muy rutinaria, con no más de diez platos básicos, lo cual genera monotonía, predisponiendo a comer más cantidad y con bajo aporte en nutrientes esenciales.Tomar conciencia acerca de la posibilidad de modificar las preferencias en la elección de alimentos y la preparación de menús no solo enriquece nutricionalmente los aportes para una buena nutrición, sino que también facilitará una mejor administración y economía en el hogar, eligiendo productos regionales y de estación.¿Cómo modificar y ampliar la elección de alimentos?1 En el caso de los niños se puede presentar la “neofobia”, que consiste en el rechazo a probar nuevos alimentos. Se considera como una etapa normal en el desarrollo hasta los cinco años aproximadamente. Es importante que los padres no descarten ningún alimento, y que contribuyan a que lo pruebe varias veces y en distintas preparaciones. 2 Cuando la neofobia continúa en la pubertad y adolescencia podría ser un síntoma de algún trastorno más profundo, o una manera de llamar la atención de los adultos por lo cual es conveniente realizar una consulta con un profesional.3 Una manera de incorporar nuevos sabores o aquellos que no nos agradan, es añadir pequeñas porciones de estos a los que sí nos apetecen en varias oportunidades. Luego de un tiempo esos alimentos serán sabrosos.4 Es importante que los padres consuman variedad de sabores y colores trasmitiendo con el ejemplo a los niños “el gusto” por lo distinto y la buena predisposición a probar, sin tener una opinión o rechazo previo.ColaboraMónica MarinMédicaEspecialistaen Nutrición. [email protected] ws: 3755 554957





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