A veces, aún con la mejor de las intenciones, nos acercamos a un amigo, un familiar, o un vecino angustiado con el fin de ayudarlo, dando nuestro mejor discurso y un sinfín de opiniones y consejos respecto a lo que le sucede y cómo debería manejarlo.Nada vuelve más aburrida a una persona, que hable cuando deseamos ser escuchados.No caemos en la cuenta de la importancia de escuchar y la dificultad que representa hacerlo de manera eficiente.¿Existe algo más frustrante para quien necesita contar algo, que encontrarse con los “expertos”?, esos que antes que uno pueda concluir, nos llenan de soluciones prematuras.O los que rechazan lo que el otro siente: “No te preocupes, no es nada”. O los que cuentan “su historia” cuando es el otro quien necesita hablar: “pero no sabés lo que me paso a mí!!”… o los que contra argumentan con una historia peor: “a mí me duelen la cabeza y la rodilla”.La mayoría de las veces, más que los ruidos externos, lo que nos impide escuchar a otras personas es el alboroto interno de nuestra mente, el ego que se cuela y las propias emociones que nos agitan, circunstancia que solo advertiremos cuando desarrollemos la habilidad de hacer silencio.Carl Rogers expresa magníficamente el efecto que produce ser escuchado activamente: “En numerosas situaciones de mi vida me he sentido agobiado por problemas irresolubles … Creo haber sido más afortunado que la mayoría, al encontrar en estos casos a individuos capaces de oírme y por consiguiente rescatarme del caos de mis sentimientos, individuos que han logrado captar mi significado con mayor profundidad que yo mismo. Esas personas me han oído sin juzgarme, sin hacerme ningún diagnóstico, sin cuantificarme ni evaluarme, puedo atestiguar que cuando uno se encuentra psicológicamente angustiado y alguien logra realmente oírlo sin juzgar, sin tomar responsabilidad y sin intentar moldearlo, la sensación es maravillosa…”.La magia de esas personas que pueden escuchar de esta manera está en que son capaces de escucharse a sí mismas, que han aprendido a ser compasivas y amables consigo mismas, que dejan que sus emociones las guíen hacia sus necesidades para resolverlas ellas mismas, alejándose de auto exigencias e ideales propios del ego.Para poder escuchar activamente a otros, primero debemos hacerlo con nosotros mismos.En esta semana de la amistad, qué mejor regalo para nuestros amigos que una buena escucha activa, desde el deseo de comprender, desde una aceptación genuina del otro, sin juzgarlo, confiando en su capacidad para resolver sus propios conflictos, intentando ver, escuchar y sentir el mundo como el otro lo hace.“La muerte de una relación comienza cuando las personas oyen apenas las palabras pronunciadas por la boca, sin prestar atención a lo que hay en el interior de las personas para oír sus sentimientos, deseos y opiniones reales… Es el lado más importante del ser humano” Carl Rogers.ColaboraValeria [email protected] 3764-510132





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