L a realidad de hoy demanda del sistema educativo la formación en valores, circunstancia que va de la mano con la incorporación de contenidos actitudinales en el quehacer cotidiano del docente.En este sentido, la mediación escolar es más que adecuada ya que contiene un potencial específico de transformación positiva de las personas al promover el crecimiento moral en momentos críticos tales como las circunstancias conflictivas.Esta posibilidad de transformación se origina en la capacidad de la mediación para generar dos efectos importantes: por un lado, el fortalecimiento de la capacidad de las partes para afrontar estas situaciones de la vida y el aumento de confianza y autoestima que éste poder gestionarlas implica; por otro lado, el reconocimiento de la situación y del otro como un "legítimo otro", en tanto ser humano igual a mí, aunque con una percepción distinta.Subjetivar el conflicto implica un gran cambio de cultura en la escuela. Se trata de un ámbito en el que habitualmente se buscan "culpables" cuando surgen conflictos, y en el que se encuentran establecidos "a priori" quienes son los encargados de regular el orden e impartir la razón a unos o a otros. En la escuela de hoy podría decirse que quienes padecen conflictos esperan no ser descubiertos a fin de evitar sanciones o al menos, aspirar a un descargo que los libre de responsabilidades a fin de ser absueltos.En este marco de razonamiento si el “otro” es el único culpable, la salida posible le corresponde a "él", es decir que el sujeto víctima del conflicto debe esperar la acción del otro para su solución. Dejando en manos de su “contrario” el destino de lo que le suceda. Sin duda ésta es la tarea más compleja de la mediación y quizás la más específica: ayudar a las partes a salir de la pelea, especular para pensar, centrar el foco de atención en ellas mismas y su implicación en el conflicto. Esto equivale a una modificación sustancial al romper con el imaginario del otro como enemigo y generar el cambio de tener enfrente a alguien necesario para resolver un problema propio.Estos tres movimientos: hacerse cargo del conflicto; pedir ayuda y estar dispuesto a negociar colaborativamente, son indispensables para dar paso a la mediación que estimulará, en ese marco los comportamientos cooperativos, transformando el clima hostil. De esta manera, alentando la expresión de los sentimientos en juego y legitimando los diferentes puntos de vista, se promueve el crecimiento moral, procurando la responsabilidad y solidaridad, lo que permitirá alcanzar en lo inmediato un mejor clima áulico y en el futuro una mejor sociedad a partir de la transformación de cada uno de las personas que la integran.Sin duda alguna, éste enfoque para la transformación de conflictos es consistente y coherente con la misión básica de la escuela de ayudar a desarrollar ciudadanos sanos, responsables y efectivos. ColaboraValeria [email protected] 3764-510132





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