Lo que alguna vez fue una ardiente hoguera hoy se transformó en un crudo invierno. En una penumbra donde se encuentran dos siluetas en silencio. Una situación que antes me mantenía intranquilo, hoy simplemente se convirtió en ríos de oscuras aguas donde confluyen la resignación y el orgullo. Es la crueldad de tu mirada, la misma que hace tiempo me decía te quiero mientras me besabas. Ahora tus manos sueltan las mías y me echas al frío de la desgana, donde inmerso en la oscuridad ni siquiera encuentro tu cuerpo, porque tus dedos se transformaron en hielo y solo te conformas con tu soledad que te consuela en todo momento.El tiempo ya perdió la cuenta de esas llegadas misteriosas o ese secreto que presiento en tu mirada, pero lo mejor a veces es no preguntar cuando no queremos escuchar la cruel verdad, que destruiría lo que queda de autoestima donde es mejor preferir conformarnos con una piadosa mentira, que por momentos nos hará respirar ese aire y darnos otra oportunidad. O simplemente para juntar fuerzas para lo que vendrá, al igual que el condenado espera los primeros rayos del sol para dirigirse lentamente frente al paredón y esperar su ejecución con la frente en alto. Tantas veces quise aferrarme a tu cuerpo que mis brazos se llenaron de escarcha y lentamente tu indiferencia me hizo amar a tu ausencia, haciéndome sentir la agonía de un sediento cuando se arrodilla en el suelo y entre sus manos retiene un puñado de arena pensando que es agua fresca. Este crudo invierno se vuelve más frío sin el calor de tu mirada, de tu piel ardiente y tu vientre febril que todas las noches me atrapaban, sin poder resistirme sentía con dulzura cómo tus audaces uñas se clavaban en mi espalda. Ahora este invierno entre los dos solo queda la desgana de verte, llega muy tarde, y no querer saber dónde estabas simplemente fingir lo que una vez creimos duradero. Hoy solo te miro y en tu cuerpo veo recuerdos, ni siquiera siento ese alma que me brindaba paz y alejaba todos mis miedos. Nuestras vidas se transformaron en un misterio sin destino, que ninguno quiere dejar, ta vez porque de tu lado aún existan dudas y en el mío solo queda el vacío. Vivimos nuestra mentira rodeados de fríos besos, sin preguntas y confesiones, donde nuestra razón se conforma con seguir juntos a pesar de la realidad. Al mirarte en silencio siento que hace mucho te has ido y tal vez sea tu recuerdo el que se encuentra conmigo, ni siquiera me atrevo a preguntarte porque no creo que vayas a contestarme, porque se rompería la magia y solo vería un cuarto vacío. Cuando nos cruzamos por la casa ni siquiera me miras, tu indiferencia es tan macabra que siento en mi cuerpo una gélida ventisca que me muestra una verdad que no quiero escuchar, simplemente prefiero que vivamos para siempre en esta mentira que es como una leña para pasar este invierno. Quizás sea egoísta y quiero retenerte lo más que pueda, pero vos sos más realista y sentís piedad que hace honor a aquel fuego que hoy se transformó en cenizas. A veces siento temor al ver que tus lágrimas se transformaron en frías gotas de rocío que caen mientras camino rumbo a un futuro incierto donde sé que nunca voy a encontrarte. Por las noches al cerrar los ojos, siento que ya no tengo sueños, espero que tu aún sueñes conmigo, pero no con el que estás ahora sino con aquel que para vos siempre fue lo mejor que te había pasado. La vida es tan corta y espero que abras tus alas y abandones el nido y no mires para atrás porque solo verás la sombra de lo que una vez ha sido. Por las dudas no cerraré la puerta y así en silencio puedas partir, mientras yo me sentaré a esperar que regreses nuevamente, con tu risa de primavera. Por Raúl Saucedo [email protected]





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