Se estima que pueden llegar a 40 las toneladas de mamones que se perdieron en una chacra de Alicia Baja como consecuencia de la crecida del río Uruguay. Si bien el cauce se encuentra en bajante, buena parte de la plantación permanece aún cubierta de agua. Y eso es precisamente lo que preocupa y angustia a Luis Scholze y al resto de su familia, que apuesta a la producción desde hace más de diez años, alternando con el tabaco.Jonathan Scholze hizo de vocero de su padre y contó a PRIMERA EDICIÓN que generalmente se planta en la zona ribereña porque es donde no castigan tanto las heladas. “Es bueno porque en la costa hay mucha niebla y evita que el frío queme las plantas. Si se planta en otro lugar viene una helada fuerte y daña a la producción. Este año plantamos unas 20 hectáreas y se perdieron unas cuatro. Son las que estaban más cuidadas, en las mejoras tierras y todavía no habíamos cosechado”. “Perdimos unas cuatro mil plantas con frutas muy lindas y parejas en su crecimiento. El agua viene, sube y quiebra las frutas del tronco y como la estructura de la planta es fibrosa por dentro, se descompone con facilidad. Y si el agua baja, queda un barro solo”, añadió el joven de 21 años que estudia a distancia la Tecnicatura Universitaria en Gestión de Bancos y Empresas Financieras pero que optó por quedarse en la colonia para apuntalar la actividad agrícola.Comentó que representa un costo muy alto mantener un plantín desde que se lo incorpora a una maceta. “De una planta salen unos 30 kilogramos. Creemos que hasta fin de año íbamos llegar a las cien toneladas y faltaba un mes para la cosecha final. Ojalá podamos recuperar la mitad, aunque es muy difícil”, dijo el productor, que entrega las cargas de fruta verde a la Cooperativa Alto Uruguay limitada (Caul) donde se industrializa, utilizando para mermeladas y frutas abrillantadas. Estos colonos también trabajan con el tabaco. “Vamos alternando, y este mes ya empezamos con la siembra de ambos. El mamón fue plantado entre septiembre y octubre, y lleva unos ocho meses para que esté en condiciones de ser cosechado. Pero hay que estar siempre tratándolo, fumigando, abonando, y dejando más limpio que el jardín para que produzca. Seguimos las directivas de los instructores que nos dan las charlas”. Sobre la procedencia de la semilla confió que “compramos acá y en Brasil porque allá hay una híbrida de mejor variedad. Teníamos una especie de la que había 2.500 plantas que había sido traída desde México. Pagamos unos 800 dólares por 1.500 semillas, pero también quedaron bajo el agua. Es mucha plata invertida y lamentamos por eso”, contó.Dijo que previendo la situación plantaron en una zona más alta pero “nunca nos imaginamos que el agua iba a llegar a los 14 metros. Primero plantamos la variedad más común y en el resto del terreno, la de mejor calidad. Pero el río se fue a los 16,80 metros y eso nos tapó todo”. Si bien ayer al atardecer el agua estaba bajando -ya había descendido unos dos metros- la producción de los Scholze seguía bajo agua. A no bajar los brazosAl compartir la situación por la que les toca volver a atravesar, Scholze pretende visibilizar “que todos vean cómo es el trabajo en la chacra, el sacrificio que se hace y los riesgos que se corren para lograr una buena cosecha. No es fácil. En nuestra zona casi nada planta nada, y los que lo hacemos arriesgamos mucho”.“Esto no nos va a hacer bajar los brazos. Por el contrario nos da más fuerzas para seguir. En el 2014 perdimos más todavía. Eran unas 70 toneladas y seguimos igual. Nos preguntan porqué plantamos en la orilla del río pero consideramos que tenemos que arriesgar porque contamos solo con doce hectáreas, no tenemos mucha extensión de tierra como para poder elegir el lugar. El espacio que tenemos hay que ponerlo a producir. Uno no sabe si va a venir o no la creciente”, agregó. Mientras observa cómo las frutas verdes eran arrastradas por la corriente, acotó que un vecino se encuentra prácticamente en la misma situación.En esta tarea, recibe la ayuda sus hermanos Nahuel y Cintia y de los primos, y admitió que “esto nos produce mucha tristeza, más aún ver a mi viejo que trabaja con la esperanza de ayudarnos a nosotros. Si bien esta es una pérdida material y se recupera, no es fácil”.





Discussion about this post