Manteniéndonos

¡Hola queridos amigos!Cuando escucho los “rumores de guerra” que hoy por doquier abundan, automáticamente mi memoria me lleva como en un “deja vu” a un momento similar, específicamente al día 19/3/2003, cuando estando la familia comiendo con la tele encendida, de pronto dijeron: Comenzó la guerra! Mientras los grandes hablábamos de los tejes y manejes y trasfondo de la guerra, mi hijo menor, que para entonces era un niño, empezó a llorar desconsolada y silenciosamente, dejando su plato de lado, no pudo seguir comiendo. Acordándome de un sueño en que Jesús me decía: “No es tiempo de sentir miedos ni angustias”; comencé a explicarle que no tenía que sentir angustia, porque de esa forma enviaba ondas negativas al Universo. Le dije además, que tenía que tener su corazoncito en paz y con alegría para poder enviar al mundo energía positiva en estos momentos que tanto se necesita. Más aún viniendo de él que tiene tanta fuerza al conservar su corazón puro como niño ingenuo que es. Esto mismo que dije en ese momento a mi hijo menor, les digo a ustedes hoy, ya que la única y efectiva manera de contribuir a la paz es manteniéndonos en paz, siendo La Paz. Y aquí repetiré lo que dijo Gandhi: “Sean la paz que quieren ver en el mundo”.Conserven la mente y el corazón puros para que puedan entretejerse los haces de luz entre las almas elevadas (o buenas), para que así eleven la vibración del planeta. Es un egoísmo mantener sus mentes atadas a las preocupaciones o a las cosas del pasado. El mensaje de Jesús continuaba diciendo: “No teman… no teman… no teman. Porque ustedes son la luz y el amor del Padre. Irrádiense porque son como faroles en el mundo. Los acontecimientos ya se han desencadenado. Las tribulaciones y los días aciagos ya están. Las fuerzas de la naturaleza ya se han desatado desequilibrándose sus cuatro elementos: el Sol será abrasador (fuego), los mares tendrán una fuerza tremenda (agua), los vientos soplarán muy fuerte (aire), y la Tiera se estremecerá (tierra). (Este desequilibrio en la naturaleza ya lo estamos observando hoy, pues este mensaje lo recibí en el 2001).Estos cuatro elementos se deben equilibrar, deben alinearse. El quinto elemento es el hombre, porque al ser la luz, es el elemento más sutil: es su pensamiento, es su sentimiento de amor que como hilo de seda va como enhebrando los otros cuatro, los van amalgamando. Cuando esto ocurra vendrá la paz y reinará el amor".Es por todo esto que siempre manifesté sentirme una privilegiada por haber nacido en este momento de la historia de la humanidad, porque si bien es cierto que hay un crecimiento personal, individual, también hay un desarrollo colectivo, y toda la humanidad ha crecido y gran parte de ella está alcanzando o ha alcanzado la madurez, y todos estos horrores que se ven son necesarios para que el hombre comprenda lo que es el bien. Hay un despertar individual en todo el mundo y el cielo está abierto como nunca antes. Quisiera en este punto razonar un poquito con ustedes, pues si tantas veces hemos llegado por distintos caminos a la conclusión de que los pensamientos y sentimientos, que son luz, es la parte nuestra hecha a imagen y semejanza de Dios, vean entonces el poder que nos ha sido otorgado y hoy necesita que nos manifestemos como luz que somos. Por todo lo expuesto, en lo que a mi concierne, el hecho de saber que Dios "me necesita en Paz", ni siquiera quiero llegar a imaginar en desarmonizarme con pensamientos, palabras o actos que me hagan vibrar de una manera diferente de la que Él quiere. Que la Paz sea en ustedes queridos amigos. Mantenme serenaSeñor, mantenme serena aunque todo se derrumbe delante de mí. Enséñame a ser el bastión donde las almas seguras te encuentren a Ti. Que cual puerto lleguen de las tormentas a guarecerse allí donde ni el oleaje ni los vientospuedan cortar los tientosy enseñarles a mantenerse erguidasaunque arrecien las tempestades de la vida. Y cuando vengan los días calmospueda yo con ellas cantar los salmosy mostrarles las maravillas de tu creación, donde cada ave, cada flor, cada fruto es de Ti una manifestación. ColaboraGraciela del CarmenZaimakis de AbrahamEscritora