Este lunes se cumplen 13 años de uno de los crímenes más atroces de la historia policial de Misiones, que a su vez marca uno de los escándalos judiciales más resonantes en la provincia, con serias falencias desde el inicio de las pesquisas.Marilyn Bárbaro fue asesinada a golpes (al menos tres, en la cabeza y en el rostro) el 17 de abril de 2004 en Oberá, aparentemente en un intento de robo. Con suma frialdad, los asesinos enterraron el cuerpo en una especie de subsuelo de la vivienda. Primero lo taparon con una capa de tierra, luego otra de arena, una más de tierra y finalmente cubrieron la zona con elementos viejos para lograr la impresión de un sector abandonado en el terreno.La crueldad y ausencia de sentimientos que mostraron fue pasmosa. Cometido el homicidio, salieron a pasear en el vehículo de la víctima.En 2006 se produjo un punto de inflexión en el caso: una pericia de Gendarmería Nacional encontró un cabello de Marilyn en el coche de Matías Ortíz (hija de una funcionaria local, por entonces diputada) y eso motivó el arresto -por segunda vez- de los tres principales acusados: el mencionado, Daniel Aníbal Núñez y Jorge Gabriel Piotroski.Sin embargo, la defensa pidió la nulidad basándose en que el precinto de clausura del vehículo había sido violado, y el STJ terminó dándole la razón en 2008.Los defensores pidieron el sobreseimiento de sus clientes, el juez denegó los planteos y decidió el Tribunal Penal 1 de Oberá, que en ese entonces funcionaba también como Cámara de Apelaciones.Los camaristas, basados en la caída de aquella prueba clave, dejaron en libertad a los acusados y dictaron una prórroga extraordinaria de un año.Cumplido ese plazo, los defensores fueron por el sobreseimiento de los procesados, sufrieron un revés en primera instancia y el TP de Oberá les dio la razón.La fiscalía apeló y en marzo del año pasado, a punto de cumplirse 12 años del femicidio, el STJ dio su veredicto: respaldó todo lo actuado por el Tribunal de Alzada.De esta manera, Ortíz, Piotroski y Núñez quedaron afuera definitivamente de la acusación. De esta forma, el único que podría "pagar" por el aberrante crimen es el "arrepentido" Rubén Schnimg, el único que reconoció haber estado en el escenario del crimen la noche del 17 de abril de 2004 y quien incriminó a los otros tres jóvenes, hoy liberados de culpa y cargo.





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