Suena duro, pero… ¡hay que sobrevivir sobre esta superficie terrestre! Más adelante la misma Biblia suaviza un poco ese rigor en Salmos 128.2: “Cuando comas del trabajo de tus manos, bienaventurado serás y te irá bien”. Ciertamente, el trabajo honesto debe recompensar con alegría y satisfacción, aunque pueda resultar agotador. Pero en la época en que vivimos muchas veces las personas se ven afectadas por el estrés, las preocupaciones y las frustraciones, ya sea que trabajen en la producción primaria o industrial, en el comercio, servicios, oficios, administración, atención al público, manejo de empresas, la interrelación múltiple en diversas funciones, la docencia en todos sus niveles o el ejercicio de una profesión, tareas todas signadas cada cual por su grado y tipo de responsabilidad.Tanto si hay que permanecer mucho tiempo de pie, o realizando esfuerzos físicos, o exponiéndose a desgaste mental y/o emocional, o sentados largas horas frente a una compu, no tardan en aparecer malestares y dolores en la espalda, cuello, miembros y articulaciones que limitan la movilidad, aumentan el estrés y afectan la paz mental.Por ejemplo, el “cuerpo de oficina” se ve tenso y contraído, cargado de ansiedad, con las caderas rígidas, hombros hundidos, articulaciones doloridas y ojos cansados e irritados. Y día tras día, durante muchos años los hombros se van inclinando más y más hacia adelante hasta terminar encorvados, menguando hasta el tamaño de un cuerpo en el que hay mucha tensión acumulada. Este deterioro también es visible en quienes habitualmente realizan tareas manuales.Y aún cuando el trabajo sea satisfactorio y el ambiente agradable, al final de la jornada puede haber tensión en el cuello, la espalda o la zona lumbar, originada en posturas incorrectas. Por eso en las clases de Yoga se recomienda detener un ratito el trabajo cada hora o más, sobre todo si es sedentario, para adoptar una postura correcta, realizar movimientos simples destinados a estirar y relajar los músculos implicados, respirar conscientemente tratando de percibir el estado de cuerpo y mente, caminar unos pasitos y volver a la tarea. Y si surge un momento complicado, la respiración lenta y profunda –aprendida en las clases- aporta serenidad y buena disposición para actuar.En todos los casos, la práctica asidua del Yoga alivia y previene esos inconvenientes, porque nos enseña a darnos a nosotros mismos los cuidados, atención, descanso y bienestar que necesitamos. Despacito, respirando profundamente, centrando la atención en la postura con cuidado y tranquilidad, flexibilizando, aprendiendo a relajarnos, meditando en silencio, nuestra mente y nuestros sistemas nervioso, muscular, circulatorio, inmunitario y hormonal funcionarán mejor. Y no buscaremos soluciones rápidas ni sustitutivas de tratamientos, sino más bien potenciaremos nuestra capacidad de sanar a largo plazo estando muy presentes en la práctica, siendo sinceros con nosotros mismos, encontrándonos a nosotros mismos en cuerpo, mente y espíritu, plenos y en paz.Así, regresaremos al “laburo” cotidiano con todas las capacidades activadas, solidarios, sonrientes y agradecidos, sintiendo que el trabajo es un componente importantísimo en la configuración del propósito y sentido de nuestra existencia en la Tierra, de nuestro dharma aquí y ahora. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]. 4430623





Discussion about this post