(Nota completa publicada por PRIMERA EDICIÓN el 30 de enero de 1992) Para aquellos que han tenido oportunidad de presenciar lo que sucede en el sector de obra donde diariamente son muertos enormes cantidades de peces, el término "pescar" que implica deporte se transforma aquí lisa y llanamente en matanza. Y sin necesidad de estar asociado a ninguna organización ambientalista ni ecologista, nace una rebeldía sorda y también una sensación de impotencia.Para conocer más a fondo el problema y colaborar en su solución, cronistas de este matutino recurrieron al agrónomo José Antonio Glménez, delegado en ltuzaingó de la Dirección de Fauna y Flora de Corrientes, quien refiriéndose a esta triste realidad, hizo hincapié en los antecedentes e insistió en la necesidad urgente de medidas que frenen la depredación.Daño del brazoEl problema se inició en mayo de 1990 con el desvío del brazo principal del Paraná, que dio origen a la aglomeración de los cardúmenes, especialmente de surubíes. Para evitar la depredación, la Dirección de Flora y Fauna de Corrlentes dispuso la veda total de pesca a partir del Kilómetro 1.458 del río, que posteriormente, por razones de operatividad, se eleva hasta el 1.463.Esta disposición -señaló Giménez- se cumplió en un ochenta por ciento por los pescadores argentinos, pero no así por los pescadores comerciales provenientes de Ayolas (Paraguay).El problema básico, explicó el funclonario, está dado porque el sector vertederos se encuentra dentro de las aguas jurisdiccionales de la República del Paraguay. Y es así que "desde junio de 1990 somos meros espectadores de esa depredación irracional que originalmente estuvo a cargo de los paraguayos, a quienes más tarde se sumaron también los brasileños".Para terminar con esta situación, la Delegación intenta encarar diversos planes de lucha, informando y acudiendo a autoridades, legisladores nacionales, provinciales y a entidades conservacionistas, pero lamentablemente, sin lograr resultados positivos.Fue luego de denunciar el problema a PRIMERA EDICIÓN que la agencia Télam difundió la noticia de que la Entidad Binacional Yacyretá del lado paraguayo impuso la prohibición de pescar en la zona.Como dato anecdótico, merece destacarse que recién en diciembre último, durante la reunión del Comité de Fronteras realizado en Ayolas, se crea la Comisión de Recursos Naturales Mixta, integrada por funcionarios argentinos y paraguayos. Se plantea allí la aplicación urgente del Reglamento de Pesca de los ríos Paraná y Paraguay que fuera elaborado por la COMIP y en setiembre del 91 ambas cancillerías firman en Asunción el acta de buena intención referida a este Reglamento.A foja ceroA través del intendente de Ayolas, Antonio Barreto, Giménez se entera de las huelgas callejeras y ollas populares realizadas por los pescadores de esa ciudad y localidades vecinas en tanto que tramitaban ante autoridades nacionales (paraguayas) la anulación de la prohibición de pesca en el sector.Consecuencia de todo ello, el ministro de Agricultura y Ganadería del Paraguay, Raúl V. Torres, contrata a un funcionario de la FAO y, en base al estudio elaborado, dictamina que "a partir de los mil metros del eje de obras no habría incidencia en la pesca", por lo cual el Ministerio emite la resolución 796 y 798 del 17 de diciembre de 1991, prohibiendo la pesca en el brazo del Aña Cuá y presa de Yacyretá desde los mil metros aguas abajo y tres mil metros aguas arriba.Lo que da nuevamente libertad -sostuvo Giménez- a esta depredación hoy "legalizada".Consultado sobre qué responsabilidad le cabe a la EBY en esta situación, el titular de la Delegación señala que "dentro del Protocolo de Obra, lamentablemente, no se toma como obra binacional como todo el mundo lo cree, sino que cada país mantiene su propia soberanía en su territorio dentro de la obra". Una esperanzaNo obstante esta sltuación considerada realmente grave, José Antonio Glménez explicó que en el artículo 18, inciso 1 del Protocolo de Obra se expresa que "se debe proteger los recursos ícticos", lo cual obviamente no se cumple. Además, en el anexo del mismo Protocolo se habla expresamente de la prohibición de la navegación por razones de seguridad hasta cinco kilómetros aguas abajo del eje de la presa, o sea que si las autoridades de la EBY del lado paraguayo cumplieran con esa reglamentación, se solucionaría el problema pues la deducción es lógica: no navegación, no pesca. Pero -puntualizó- son ambas Cancillerías las que deben dar solución a este problema.Al preguntársele respecto a la escala de peces, manifestó el funcionario que "desde mi punto de vista, funciona en un cincuenta por ciento de su capacidad operativa. El sistema de llamado en estos momentos es superado por las corrientes que genera el vertedero y habrá que esperar a que se instalen las compuertas de los vertederos para ver hasta qué punto la escala de peces puede atraer a las especies mayores".Pero -agregó- por más que las dos escalas de peces funcionen en un cien por ciento de su rendimiento, la masa íctica siempre va a ser muy superior a la capacidad de traspaso de la misma. Lo que significa -insistió- que en forma permanente vamos a tener aglomeración de cardúmenes en ese sector. La única solución, concluyó el director de Fauna y Flora de la delegación Ituzaingó, es la implementación de una legislación blnacional que prohiba la pesca en ese sector, tal como está previsto en la reglamentación de la COMIP.




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