Cada ser humano experimenta a lo largo de su vida tantos Advientos y Navidades como años de vida tenga. Sin embargo, ninguno de ellos lo vivimos de la misma manera y cada año es una nueva oportunidad para hacer una alto en nuestras vidas y plantearse cambiar el rumbo de tantas cosas que estamos viviendo como personas y familias.El Adviento nos invita a renovar nuestra esperanza en un Dios que viene a nuestro encuentro. En medio de tantos cambios que vive el mundo actual, donde las noticias nos sorprenden y rompen nuestros esquemas todos los días, este tiempo nos impulsa a contemplar la vida desde las sorpresas que Dios nos regala. A menudo las ocupaciones y trajines cotidianos nos impiden descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y mirar la existencia desde la fe, confiando en un Padre providente.El primer llamado que despierta el inicio de este tiempo de esperanza, es una verdadera toma de consciencia de la presencia divina en nuestra vida. Es una propuesta a descubrir y reconocer cómo Dios, nos ha regalado la abundancia de la vida y cómo Él permanece y actúa en nosotros y en la humanidad. Dios sigue encarnando en nuestro mundo moderno. Su amor sigue presente y es necesario que tomemos consciencia de esta presencia divina. Es decir que renovemos nuestra espiritualidad y nuestra manera de ver las realidades que nos rodean, pero desde la fe. Nuestra formación tradicional nos ha inculcado la visión de “un Dios que está arriba” y desde ahí nos sigue acompañando y bendiciendo. Sin embargo, el misterio de la Encarnación nos revela a un Dios que está en medio nuestro, es parte de nuestra realidad, es un Dios que nace como niño débil, un amigo cercano, un hermano que nos acompaña en nuestro diario camino. Nos mueve a percibir nuevas miradas de la fe y nuevas respuestas y significados a los acontecimientos de la vida.El Adviento es también una nueva propuesta para renovar nuestra comprensión del universo. Así como el papa Francisco nos presenta en la encíclica “Laudato si” una visión integral de la vida humana que está esencialmente interrelacionada con Dios, consigo misma, con los demás seres humanos y con la creación, este Adviento 2016 es asimismo un llamado a interpelarnos por los gritos del universo, que nos exhorta a comprometernos y responsabilizarnos en el cuidado de esta hermosa casa, que es obra de Dios.El Adviento nos convoca a tener una actitud de apertura al mundo dinámico que vive cambios constantes, de realidades económicas, socio-culturales, tecnológicas y científicas. Una apertura que nos conduzca a encontrar la presencia y la gracia de Dios, que es la certeza que nos sostiene. La confianza en la divina providencia nos asegura que Dios seguirá dirigiendo los destinos de nuestra humanidad y la venida de su Reino es una verdad inmanente.Los avances tecnológicos de la actualidad nos sumergen en un mundo interconectado. También el Adviento nos cita a una gran comunión de fe como Iglesia. Estamos exigidos a derribar los muros del individualismo, que nos alejan los unos de los otros, a movernos al encuentro fraterno entre hermanos en la fe. El Adviento nos convida a renovar nuestra consciencia de fraternidad y hermandad como una opción libre: abriendo lazos de comunión entre razas, culturas y naciones; aprendiendo cada día de tantas novedades que la vida nos presenta; compartiendo la vida y la misión depositando toda nuestra confianza en la ayuda de Dios, en el caminar de la vida. Que la venida del Señor renueve nuestra mirada hacia la vida. Nos regale un mundo más justo, más fraterno, más solidario, de relaciones armoniosas y de encuentros, de condiciones de vida más humanas y más dignas.





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