Dentro de 200 años, todo (o casi todo) lo que se recuerde sobre los sucesos históricos en la Capital de Misiones, será lo que haya conservado el Archivo Histórico Municipal. Esa tarea de recopilación y resguardo es -desde hace 20 años- responsabilidad de la historiadora Silvia Gómez.De muy bajo perfil, Silvia es de esas mujeres imprescindibles. Su intensa y reveladora historia de vida describe, a lo largo de todos éstos años, la trayectoria, la lucidez y la solvencia intelectual de una dama, cuya personalidad es cautivante, y cuya alegría y genio temerarios, la convirtieron en un símbolo viviente de la defensa de la Memoria de todos los posadeños.Nació en Concordia (Entre Ríos), y por esas cosas que suelen sucederles a las almas inquietas y curiosas, dejó la familia, terruño y “con una mano atrás y otra adelante” se asentó en Corrientes. En esa época ya tenía la responsabilidad de ser madre de su primera hija. Al poco de llegar a la ciudad correntina de Ituzaingó, tanto ella, como su esposo, se quedaron sin trabajo; no obstante las ganas de superarse la fueron empujando hacia el lugar que ocupa hoy en la dirección de Archivos Históricos de Posadas…Antes de formar esa Dirección municipal, tuvo algunos trabajos, y los avatares de la vida -que no iban a ser pocos- la llevaron a quedarse sola, con dos hijas, tras una complicada separación matrimonial.“Para colmo me quedo nuevamente sin trabajo así que tengo que volver a empezar, pero ya pensando en las hijas, además, tenían que ir a la escuela… en esa época mi hija mayor empezaba primer grado. El primer trabajo seguro que me sale fue en Posadas (Misiones) así que me vine como empleada del banco francés. Me puse a trabajar sin descanso hasta alquilar una casa y traer a mis hijas conmigo”.¡Tierra Roja!“Cuando vinimos a la provincia (sonrió) fue trágico. Sin embargo, ahora me río. La mudanza fue en marzo, empezaba el otoño misionero y llovió 15 días sin parar. Cuando uno no conoce la tierra colorada y ves los efectos en la ropa, los zapatos y que todo se te mancha de rojo te pasan mil cosas por la cabeza. Uno de esos días de lluvia, salía de camino al trabajo y me caí. Fueron bravos esos primeros quince días…”, rememoró. La vida iba a seguir poniendo a prueba la voluntad de esta historiadora porque al mes no le renovaron el contrato en el banco “y otra vez me quedé en la nada. Salí a buscar algo que hacer, no conocía a nadie, pero a la semana encontré trabajo”, dijo satisfecha. “Misiones siempre me abrió puertas. Nunca me regaló nada, pero las puertas siempre permanecieron abiertas. Posadas, es mi casa, mi lugar en el mundo. Aquí se me permitió trabajar y con eso tener la dignidad del alimento para mis hijas y para mí. Tuve la posibilidad de hacer una casa, que se transformó en hogar con el tiempo. Aquí aprendí a ser lo que soy, maduré. Esta provincia me hizo conocer gente increíble y esa experiencia personal de haber venido desde otra localidad acá – en el transcurso de este tiempo y con esta pasión por la historia- en lo personal, hasta me ayudó a entender cómo habrá sido la vivencia de los inmigrantes. Yo provenía de una provincia argentina, hablaba el mismo idioma y sin embargo me encontré con costumbres, modismos y giros idiomáticos que me costaron entender del misionerismo”, relató llena de sonrisas. “Viví una vida privilegiada”Contó Silvia: “Cuando empecé con la posibilidad de formar el Archivo Histórico Municipal por muchos años lo viví como la forma y la posibilidad de devolverle algo a esta provincia que me ha dado tanto y lo mucho que su gente hace por mí todos los días”.“Cuando me di cuenta habían pasado 20 años, mis hijas habían crecido y visto desde hoy, pasó todo tan rápido y hasta diría que no fue tan complicado. Misiones fue una madre amorosa para mí y esta queridísima tierra roja es todo lo que tengo en el corazón y la mente”. “La vida me premió. Tengo nietos misioneros (dos nietas y un nieto) y con ellos descubrí que realmente hay un amor incondicional y sublime que está por encima de todo”.“Mi vida puede parecer como la de cualquiera pero en cualquier caso siento que viví una vida privilegiada. Encontré mi camino”. PorMyrian Vera [email protected]





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