El mundo está expectante por los resultados que arrojarán las elecciones presidenciales que definirán el futuro de los Estados Unidos. Aunque nos separa una gran distancia, los medios de comunicación nos mantienen al día con toda la información sobre el proceso democrático de un país que define las políticas internacionales e influye en las políticas económicas de muchos países. A pesar de las variadas opiniones que se vierten en torno a estas elecciones, creo que es oportuno que reflexionemos sobre la importancia de la vida democrática en la sociedad actual.El primer factor que marca la atención es que vivimos en un mundo interconectado y la democracia hoy no se puede concebir en forma aislada, desde un solo país, sino que exige pensar cada vez más, en una comunidad internacional. Los principios democráticos de la libertad, la igualdad, la justicia y la participación en el gobierno hoy no se pueden proyectar solamente dentro de los límites de una nación. Las fronteras de la sociedad se extienden más allá de los límites que marquemos y nos llama a una mayor apertura como personas y naciones. La libertad de cada ser humano, el crecimiento y desarrollo lo debemos enfocar de manera integral y global.Estamos llamados a una gran comunión como personas, familias y naciones. Hace poco el papa Francisco nos dio un hermoso ejemplo de encuentro con los hermanos luteranos, señalando la importancia de buscar puntos de comunión por encima de las diferencias. Él mismo habla al mundo dirigiéndose a los cristianos de Suecia: es “una prioridad salir al encuentro de los desechados, (…) de los que son marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge. ¡A nosotros cristianos hoy se nos pide protagonizar la revolución de la ternura!”.Que en estos días donde estamos atentos a tantas noticias internacionales, no dejemos de prestar la debida atención, a nuestra vida democrática como país, que vive tantos atropellos a sus principios democráticos. Es una oportunidad para lograr un mayor diálogo, participación y consenso sobre tantas decisiones que marcan el destino de nuestra nación. Recordemos que quien opina distinto no está en la vereda del frente, sino que nos enriquece y aporta una visión que permite ver la realidad de otra manera. Esto nos llama a un mayor respeto frente a las diferentes visiones de la realidad que tenemos.Los principios, valores y procedimientos de la democracia se pueden encontrar en la escuela, la familia, en el trabajo, en grupos sociales y otras áreas donde existe la convivencia entre personas. Por ello, la democracia requiere la práctica de valores, principios y habilidades. Es bueno que empecemos a inculcarlos, desde la familia y la escuela, para que compongamos una sociedad rica en valores democráticos. Y como sociedad adulta demos un verdadero testimonio digno de ser imitado para nuestros niños y jóvenes. Que estos tiempos en los que vivimos muy de cerca las realidades de todo el mundo, a través de nuestras pantallas, no perdamos de vista la realidad cercana que nos rodea y que no se plasma en las pantallas, sino que la vivimos en la vida real. Que la vida democrática sea una opción de vida, que oriente nuestra forma de relacionarnos en la sociedad: en nuestra toma de decisiones, manera de resolver los conflictos o ejercer la autoridad. Que enaltezcamos los valores del respeto, igualdad, búsqueda permanente del bien común, un ejercicio responsable de la libertad, justicia, equidad, respeto por la autoridad legítima y búsqueda de consensos desde el diálogo y con un trato solidario e igual para todos.Que la vida democrática nos lleve a una mayor comunión, fraternidad, amor y solidaridad.




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