La palabra de María Sánchez, directora del proyecto final de la carrera Diseño Industrial de la Facultad de Artes y Diseño de la UNaM, fue la inspiración de tres estudiantes emprendedoras. “Nos dijo ‘debemos poner nuestro granito de bien’. Y nosotras lo tomamos muy en serio. Dijimos ‘vamos hacer un proyecto que ayude a la gente y que sea útil’”.Eleonora Toledo (29), Vanesa Weber (25) y Nelly Humacata (30) iniciaron una investigación que comenzó dos años atrás. Para ello, las tres recorrieron distintas localidades de la provincia y conocieron de cerca la vida del productor misionero: las plantaciones de yerba, tabaco, té, citrus y todos los cuidados que se realizan antes de la cosecha. “Allí detectamos distintos problemas, puntos ciegos que nadie los ve porque están ocultos”, cuentan. Observaron a los agricultores en el proceso de fumigación, con mochilas en las espaldas, caminando entre cinco a veinte hectáreas. “Esa mochila no dura mucho y se necesitan unas 20 o 30 de ellas para completar una hectárea”.Pero lo grave es el contacto directo con los agrotóxicos y como consecuencia la intoxicación y las enfermedades que sufre el trabajador y su familia. Al ver la necesidad de cambiar esta realidad regresaron al taller de la Facultad e iniciaron el proyecto que denominaron Scarb, un sistema de fumigación forestal pensado para el pequeño productor. “Con Scarb el agricultor en ningún momento tiene contacto con el producto químico, la máquina inyecta dentro de una bomba el líquido y mezcla los productos, entonces no tiene que tocar el veneno”. Pero no sólo fumiga, sino que trasporta y protege a la persona. “El productor se libera de las cargas pesadas y del contacto directo con los productos químicos y tiene una herramienta más eficiente en el uso de los productos al realizar mezclas precisas. Puede fumigar más hectáreas en menor tiempo ya que una hectárea necesita tres horas a pie. Con nuestro prototipo se demora entre 20 a 30 minutos”. La creación del prototipo les exigió mucho esfuerzo y se realizó a pulmón. “No recibimos ayuda, entonces se nos complicó, nos donaron pintura y eso fue un gran aliento para nosotras”.Pero todo ese sacrificio, en septiembre, tuvo una gran satisfacción cuando fueron seleccionadas para asistir al Concurso Nacional de Innovaciones, organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. “Y no sólo quedamos seleccionadas para el concurso sino que además, para el catálogo de Innovar”.Las chicas nos explicaron que todavía quedan detalles por terminar porque “esta fuera de nuestro presupuesto y faltan elementos para poder terminarlo. Pero sabemos que va a funcionar”. Y toda esa experiencia y horas de investigación les enseñó mucho, “queremos que sepan que el trabajo del productor es sufrido. Se están enfermando y afecta de generación a generación. Eso nos movió y queremos cambiarlo”. PorSusana Breska [email protected]





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