Cómo se divierten los adolescentes es uno de los tantos interrogantes que Eduardo Cazevane, profesor en filosofía, intentará responder en la jornada de Jóvenes y Adolescentes que forma parte del ciclo de Charlas sobre Temas de Familia, organizado por el Centro Judicial de Medicación (Cejume) y el Instituto Público de Capacitación en Resolución Alternativa de Conflictos (IPCRAC) que se llevará adelante hoy en la Universidad de la Cuenca del Plata. Pero primero, el docente habló con PRIMERA EDICIÓN sobre que “la diversión y la alegría no son sinónimos” y que “la diversión está buena pero a veces sobrevaluada”, sobre la importancia de que los padres sean referentes para los hijos, el contenido de las redes sociales y sobre la necesidad de “reinventar” al sistema educativo. ¿Cómo se divierten los adolescentes en la actualidad?Los chicos pasan por ciertos ritos en donde juegan mucho más de lo que ellos creen. Cuando uno les hace ver eso, toman conciencia y pueden cambiar. Primero hay que decirles que no es obligatorio.¿Qué no es obligatorio?Cuando uno les pregunta cómo se divierten, ellos hablan sobre las previas, el abuso de sustancias, sobre que si no hay alcohol no es divertido. Entonces debemos hacerles entender que no es obligatorio. Dicen que el alcohol lo que hace es deshinibirlos, yo les explico que inhibirse no siempre es malo. Que la diversión y la alegría no son sinónimos y que la diversión está buena, pero a veces está sobrevaluada. Divertirse es un momento de extroversión, que están buenos, pero la alegría viene de algo más profundo, del encuentro con el otro. A los chicos les pasa que les falta la alegría en el corazón, entonces necesitan un sacudón exterior para olvidarse que están tristes. Pero cuando se acaban los efectos del sacudón, están más tristes que antes. ¿Cómo eran los adolescentes de antes? ¿Qué cambió a hoy?Lo que hacíamos era lo mismo, lo que cambió es la masividad. Hoy, la frontera de lo que haces no tiene límites. Las redes rompieron las fronteras. Entonces, hay que recuperar el espacio de intimidad. Generar encuentro, diálogo, conversación. Hay que entender las redes sociales, usarlas a favor, pero complementarlas con la presencia real. Lo que hacíamos nosotros era más o menos lo mismo, pero creo que hoy faltan adultos referentes. Hay un grito desesperado de que los padres volvamos a ocupar un lugar del que no sé porqué ni cuándo nos corrimos y hoy estamos tratando de entender cómo volver a posicionarnos. Volvamos de una vez.Justamente se habla de que el padre es amigo y el niño toma decisiones. ¿El padre tiene que recuperar ese poder o hay que escuchar a los chicos?Hay que escucharlos pero debe haber empatía y no ‘empastía’. Tenemos que encontrarnos en un punto medio, porque pasamos de una generación donde la autoridad era muy firme y distante a una linda autoridad cercana. Entonces hay que entender como padres, directivos, comunicadores, lo que significa ser autoridad cercana. Quizá en esta búsqueda de que los chicos no se frustren, nos olvidamos que la frustración es parte fundamental de la educación. Entonces creo que los padres tenemos que volver a encontrar ese lugar, porque lo vamos a disfrutar y porque es un derecho de los chicos. Si no les ponemos límites estamos faltando a un derecho básico y elemental de su vida que es educarse con referentes. Entonces hay pérdida de referencias y como consecuencia, excesos, accidentes. Es hora de que los padres recuperemos nuestro lugar.Trasladándolo al ámbito escolar, los chicos tienen acceso a todo por Google y pueden construir su conocimiento, ¿eso no ayuda a la pérdida de autoridad?Ese es el miedo que hay, pero no. El sistema educativo sigue centrado en contenidos, y esos están al alcance de cualquiera que googlee en Internet, entonces lo que hay que enseñar es mucho más profundo: cómo responder a esta vida, cómo ser, cómo moverme en este mundo. El docente tiene que entender que sigue siendo autoridad, aunque sea cercano. Hoy la autoridad es que yo sé buscar, yo sé preguntarme, yo soy más grande y tengo más experiencia, viví un poco más que vos pero que también me animo a aprender de vos y aprender con vos y juntos. Hay que resignificar la escuela y reinvertarla. Lo que conocíamos, prescribió. No es que no haya autoridad, es que cambió el modo de autoridad. El vínculo a la hora de aprender, ¿es fundamental, genera el proceso de aprendizaje?No hay aprendizaje verdadero sin vínculo. Nadie aprende si no se siente querido, respetado, amado, motivado. No hay otra cosa hoy. Por eso digo que antes la educación estaba basada en el saber, hoy está basada en el vínculo. Un profesor que le pone pasión a lo que enseña contagia al alumno a aprender. El docente tiene una posibilidad enorme de generar en el otro la autoconfianza y de orientar, mostrar el camino. Orientar viene de oriente que es donde nace el sol. Te muestro de dónde nace el sol que a mí me ilumina y me da calor, para que vos encuentres el tuyo propio. ¿Es así el sistema educativo argentino?No. Pero hay muy buenos docentes que logran generar en el alumno la capacidad de superación. En realidad, es una crisis mundial: el sistema educativo prescribió, es del siglo XVIII, con profesores del siglo XX, para alumnos del siglo XXI. Hay que reinvertarlo. El tema es que no lo va a reinventar la política, lo vamos a hacer quienes estamos en el aula y nos tenemos que animar. Hablaba de generar un pacto educativo de acá a veinte años…Sí, porque un gobierno dura cuatro años, la educación es veinte mínimo. Si lográramos un acuerdo de organizaciones, partidos políticos, movimientos vecinales, empresas para dar libertad y los que están en el aula puedan trabajar con formas nuevas, distintas y busquen… pero que no venga el gobierno siguiente y vuelva a cambiar. Yo creo que se necesita un pacto educativo que deberíamos reclamar pero también soltarnos y empezar a construirlo, aún sin permiso, todos aquellos que estamos en el aula. Un poco de su trayectoriaEduardo Cazevane tiene 49 años, es profesor de filosofía egresado de la Universidad Católica Argentina (UCA) en Buenos Aires. Es miembro de la Fundación Padres “donde nos dedicamos a buscar ser mejores padres, para que haya mejores hijos ya que entonces habrá mejores argentinos”. Además es director general del Colegio San Juan el Precursor en San Isidro, provincia de Buenos AIres. Recientemente se incorporó al Colegio Magno, en Pilar y se dedica desde hace treinta años a la educación, a dar charlas “y a buscar caminos nuevos”. Ha hecho cursos de formación que incluso lo llevaron hasta la Universidad de Harvard, “tratando de buscar cuál es el futuro del aprendizaje”. Es padre de dos hijos, un varón de 23 y una chica de 21 “y me reconozco un sano disconformista pero con mucha esperanza porque creo que todos tenemos un granito de arena para aportar, para cambiar esto que hoy no está funcionando”.





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