Desde la antigüedad las culturas orientales han conocido la íntima relación entre respiración y relajación. Observemos lo diferente que es la respiración de una persona cuando está tranquila o cuando está nerviosa: en el primer caso es larga, acompasada y profunda; pero cuando hay agitación, temor o ansiedad se torna corta, superficial y arrítmica, porque siempre está ligada a los estados mentales.Es así como nuestros pensamientos, emociones o estrés alteran el buen ritmo respiratorio; pero cuando la respiración es amplia y pausada tiene un efecto notoriamente positivo sobre nuestro sistema nervioso, aquieta la mente, alivia el estrés y favorece la calma. Por eso una buena relajación comienza con un ejercicio simple de concentración consistente en enfocarse en la respiración, ya que en su ritmo adecuado la inhalación nos oxigena, nutre y expande, mientras la exhalación nos libera y relaja, como nos decía décadas atrás Solange Demolière:“¿Tomáis antidepresivos?: Os aconsejo probar la relajación. ¿Tomáis anticonvulsivos?: Os propongo vivir vuestro cuerpo. ¿Tomáis calmantes para los nervios?: Os propongo sentir el ritmo de vuestra respiración. ¿Tomáis sedantes, reguladores de tensión, ansiolíticos?: Os propongo la calma de la concentración. Está claro que los medicamentos serán siempre necesarios si podemos reducir su cantidad a lo estrictamente justo. Entonces podremos sentir que la salud es una calidad de vida que se beneficia con la práctica del Yoga, porque esencialmente las posturas constituyen su esqueleto y la respiración y concentración constituyen su corazón.“Pero no se trata aquí de ‘amaestrar’ nuestra respiración con largas retenciones, ritmos extremadamente espaciados y contabilizaciones minuciosas del tiempo de inspiración y expiración, sino de SENTIR que es el acto vital esencial, imperativo, aún más que beber, comer y dormir. Luego, en postura cómoda, nos haremos conscientes de sus tiempos: inhalación, breve contención y larga exhalación, percibiendo relajadamente que es el enlace entre el mundo externo y el mundo interno.”Por su parte, el Prof. André Van Lysebeth aconsejaba: “dejar que se instale un ritmo respiratorio lento y ordenado… no más profundo sino espontáneamente tranquilo, hasta que percibamos la calma interior… y las espiraciones se irán extendiendo suavemente hasta el doble de tiempo que la inspiración, porque es lo natural. Observe la respiración de un gato dormido: verá que la espiración toma dos veces más tiempo que la inspiración. Un nene se lo enseñará también. Respiración y relajación se complementan. Deje ir y venir por todo el cuerpo la onda móvil de una respiración tranquila y regular; así podrá Ud. sentirse completamente refrescado, lúcido, calmo y dispuesto a actuar con serenidad en los requerimientos cotidianos”.Y concluye Beatríz Dávila: “La respiración consciente y serena nos trae al momento presente, nos ayuda a calmar los pensamientos y a acercarnos al silencio donde está el Universo dentro de nosotros. Es el vínculo maravilloso que tenemos para centrarnos y regresar a nuestra esencia, perfecta e infinita”. Estamos en la clase de Yoga, respirando relajados en la colchoneta, en la hora del ahora. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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