Desde la diseñadora británica con síndrome de Down, Isabella Springmühl, hasta la misionera Lorena Horeyco, son noticia en estos días.Particularmente estas dos, me alegraron muchísimo, ya que –también yo- como diseñadora de indumentaria, siempre se tiene la ilusión y las ganas de que sus diseños sean vistos y reconocidos en todo el mundo, más allá de la fama. Algo que a los diseñadores nos llena de alegría, es saber que nuestras creaciones, gustan, son usables y vistas por un buen número de personas.“No todo lo que brilla es oro”, y para llegar hasta allí, hay un largo camino por recorrer… Cada industria tiene sus peculiaridades y reglas, la de la moda no se queda atrás.Desde moverse a las grandes urbes para formarse, hasta entender los mercados, las necesidades y trabajar al ritmo vertiginoso de las colecciones, manejar nuestros egos, los de nuestros colegas y de los clientes. Vivir dos años adelantados, ya que en esta industria, nos adelantamos a lo que va a suceder, eso nos marea de vez en cuando; trabajar intensamente en pleno enero y en plenas vacaciones de invierno, son algunos de los costos de esta maravillosa tarea que es diseñar.Para que tengan una idea, quienes trabajan en forma independiente (diseño de autor), tienen la difícil tarea de tener que realizar casi todo, y correr con la gran desventaja de los costos que manejan. Diseño de Autor, es un rango dentro de las diferentes formas de confeccionar las prendas, su característica es que no llega a ser totalmente exclusivo ni algo masivo. No es alta costura, ni “Pret a Porter”. Las prendas son creativas, de materiales, texturas innovadoras y con una gran carga de diseño.Ya la indumentaria más comercial, se realiza en grandes cantidades, donde los proveedores traen los materiales, los que serán utilizados en la temporada entrante, y algunas empresas compran las tendencias, otros viajan para buscar tendencias y a partir de allí, con una fuerte impronta de su mercado y target desarrollan las colecciones, teniendo en cuenta producción, costos, tiempos, esfuerzos, y más cuestiones técnicas. En esta instancia hay muchos colores, talles y diseños.Y la de alta costura que se decía hace unos años atrás que solo pueden acceder entre 300 y 500 personas en el mundo, son prendas artesanales en un 100 % (confeccionado a mano todo el proceso), y realizado a medida. En este caso tienen que estar registrados por la Asociación de Alta Costura de Paris quienes imponen requisitos y protocolo para poder ingresar a este mundo tan exclusivo, en donde el vestido más baratito tiene un valor de U$S 10.000 de allí para arriba.Aparte de las formas de confeccionar, están las personas que trabajan alrededor de los diseñadores, de las marcas, las modelos, de las celebridades; tales como fotógrafos, maquilladores, marketineros de moda, productores de moda, periodistas de moda, estilistas, asesores, editores de moda, organizadores de desfiles y campañas publicitarias, entre otros tantos.Desde otra perspectiva de la moda y la industria, se encuentran los intermediarios que son los estilistas o asesores, quienes trabajamos entre las celebridades y los diseñadores y/o marcas para lograr conformar el look deseado por los clientes.Matilda Blanco en su libro “Matilda te viste a la moda”, explica que para ella, un estilista es un intérprete de la moda. De sus propias ideas o de las de los demás. Y lo plasma en imagen, que es una construcción visual en la que se combinan los géneros y las texturas de las telas. Un collage entre ropa, accesorios, maquillaje y peinado,El talento de un estilo no está en tirarle un vestido a un cuerpo o en armar todo con una marca o diseñador. No, está en poder armar un equipo donde haya piezas de diferentes perfiles que convivan en armonía. Que articulen en un todo y que a la gente le haga pensar en que quiere tener eso.Sea cual sea la forma de trabajar, de materializar, de mercadeo, el estilo de la indumentaria que se realice, el diseñador tiene esa magia en las manos de poder materializar, cual Sai Baba, las cosas y luego que se vendan.Una anécdota personal, cuando recién empezaba a trabajar para una empresa de accesorios para hombres, diseñé y se confeccionaron en una oportunidad unos bolsos tipo morrales de cuero. Se lanzaron al mercado y se vendieron. Pero los diseñadores cuando realizan trabajos free lance pocas veces tienen el seguimiento del mismo para ver cuándo llegan a las vidrieras, pues uno de los morrales lo fui a encontrar en la estación de Retiro, antes de tomar el ómnibus para Posadas, quedé tan asombrada, contenta, en shock, que lo corrí al chico que vestía el morral y le dije “el morral que tenés lo diseñe yo!!!!”, el pobre muchacho no entendía nada ya que después corrí al colectivo que se iba. Ese fue uno de los días más felices como diseñadora, ya que vi en la calle, gente común usando algo que había estado en mi cabeza por tanto tiempo.Colabora: Analía PolasekAsesora de ImagenEn [email protected] Mensaje de texto o WhatsApp, 376 4901948





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