El enfrentamiento inicial entre los Bonilla Noriega y los Cobo Solano pasará a la historia como uno de los conflictos más insólitos del país y del continente, un problema doméstico que adquirió ribetes de película y terminó cobrándose la vida de 163 personas.Todo arrancó en 1962, cuando un hombre castró al chivo semental de su primo porque el animal entraba a sus corrales y embarazaba a sus crías. Enfurecido, el dueño del semental, asesinó a su pariente. Fue el inicio de una guerra insólita en la zona conocida como La Guajira.Según cuenta el diario El Tiempo de Bogotá, la histórica firma de la paz entre las familias tuvo como escenario el parque Romero, Gámez y Redondo, del municipio de Barrancas, y contó con la presencia del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, como garante del acuerdo.“Este acto en el día de hoy lo que demuestra es el poderoso efecto que tiene la palabra sobre la reconciliación de los seres humanos”, puntualizó Cristo al diario de la capital colombiana.El origenTodo se remonta al 17 de marzo de 1962. Esa mañana, dos primos hermanos resolvieron de la peor manera un conflicto. Cansado de que el chivo semental de su primo se le pasara a su corral y de pedirle que lo encerrara, uno de ellos castró al animal.Cuando el dueño del chivo se percató de lo sucedido, fue a buscar a un primo y lo mató a balazos. Al enfrentamiento entre los primos Bonilla Noriega y los Cobo Solano lo sucedió una seguidilla de muertes en las que se vieron involucrados varios desprendimientos familiares de uno y otro, muchos de ellos de campesinos, desplazados de sus fincas.El final del conflicto se selló con la firma de los representantes de esas 42 familias involucradas, entre las que se encuentran los Fonseca Cobo, Cobo Pérez, Pérez Zárate, Zárate Soto, Cobo Campuzano, Pérez Carrillo, Pinto Pérez, Cobo Marulanda, Puche Asis, Ramírez Molina, Solano Pinto y Bermúdez Mejía.“Una estela de atraso, pobreza y miseria deja esta guerra. En una época, esto se volvió muy difícil de resolver, hubo mucha oposición a que se dieran estos acuerdos, pero, finalmente, se dio después de tanta oración a Dios y se consiguió el apoyo del Ministerio del Interior”, señala a El Tiempo Adalgis Pérez Soto, una de las víctimas de este conflicto.Desde los siete años, Pérez Soto vivió la zozobra de la guerra. Hoy tiene 61 años y cuenta que perdió a cuatro hermanos, una hija, varios primos y sobrinos. También le tocó abandonar su tierra para salvarse con sus dos hijas. Su esposo la abandonó a causa de los enfrentamientos.Cuenta que con mucho esfuerzo se recompuso fuera de casa y pudo costear los estudios de sus hijas, que ya son profesionales.“Nos queda un largo camino de reconstrucción de nuestras vidas y del rescate de los valores morales y espirituales, así como la tolerancia que debemos tener de aquí en adelante, de enfrentar la vida de todos dentro de un mismo espacio”, señala Pérez Soto, en diálogo con El Tiempo.De la misma manera que sucedió con la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc, en este proceso hubo mucha gente interesada en que no prosperara.“Hay gente que vive de la guerra”, sostuvo la mujer. Entre los asistentes a este gran evento se encontraba Ángel Rafael Bonilla, quien perdió a varios hermanos, tíos y primos, y pudo regresar a Barrancas luego de 27 años de haber sido desplazado.Selito Solano Pinto cuenta que perdió a dos hermanos y le tocó dormir durante más de 28 años en el monte, andar armado y huir todo el tiempo. “Teníamos finca y nos tocó abandonarlas y coger el monte, para cualquier lado, menos para lo nuestro”, señaló Selito.Todos ellos sonríen de felicidad luego de reencontrarse en el pueblo, donde pudieron darse un abrazo, para luego seguir al parque donde se realizó el acto masivo. Hace diez años se firmó la primera fase de este acuerdo, en el que participó el 70% de los integrantes de ambas familias.“Nuestras familias no pudieron estar, pero ese tiempo fue garante de que la desconfianza que existía sanara nuestros corazones, y hoy estamos aquí en total y rotunda paz, con el corazón sanado”, aseguró Jhon Jarley Pérez Zárate.Este joven fue el encargado de pedir perdón en representación de la familia Pérez.“Perdono y que me perdonen a mí y a mi familia por cualquier daño que se haya hecho”, dijo. Lo mismo hizo Rafael Camargo Cobo en nombre de su familia.Fuente:Diarios Digitales
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