El antiguo, universal y eterno Principio de Ritmo nos dice que “todo fluye y refluye, todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo y la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”.El Universo está impregnado de ritmo: el movimiento de los planetas alrededor del sol y de los soles en las galaxias; de los átomos, partículas, moléculas y de toda la estructura de la materia; las fases de la luna, las mareas, las estaciones, las floraciones, los ciclos reproductivos y las migraciones de los animales, la noche y el día, los ritmos biológicos como el circadiano… Todo en la Naturaleza obedece al Principio de Ritmo. Y este Ritmo es tan perfecto que, si no existiera, en lugar del orden asombroso que mueve al Universo reinaría el caos.Así, nuestra vida está totalmente conectada con los ritmos cósmicos, porque todos los ritmos están contenidos en el interior del ser humano: los latidos del corazón, la respiración, la asimilación y desasimilación, la construcción y renovación de tejidos, sueño y vigilia, el ciclo femenino… en fin, todas nuestras actividades orgánicas se efectúan rítmicamente, en tanto que los ritmos respiratorio y cardíaco gobiernan a todos los demás y son solidarios entre sí.Esta íntima relación entre respiración y pulsaciones ya había sido percibida por los antiguos yoguis, al registrar que en estado de calma cuatro latidos del corazón corresponden a un movimiento respiratorio. Habiendo comprobado que la respiración precipitada y superficial, arrítmica, debilita y acorta nuestra vida, pero si es lenta, profunda y pausada nos llena de dinamismo y vitalidad, ellos nos enseñaron que cuando ese vínculo se bloquea, perdemos la sintonía que nos viene de la conexión profunda con las leyes que rigen todo lo que existe. Y en esto coinciden todos los autores que venimos mencionando en estas notas.Entre paréntesis, observemos que el Principio de Ritmo también se ha aplicado en el mundo humano social e histórico, sobre los movimientos filosóficos y políticos, naciones, regímenes de gobierno, creencias, costumbres, etc., que surgen, se expanden, llegan a su punto culminante y decaen hasta su reaparición en formas recicladas, siguiendo un ritmo pendular descripto por el filósofo italiano Giambattista Vico en el S. XVII como el “corsi e ricorsi”, el curso y recurso de la Historia.En el Bhagavad Gita, la parte más importante y bella del Mahabhárata, una antigua epopeya de la India, se nos dice que entre una acción y la siguiente debe haber una pausa que propicia el equilibrio, siendo el movimiento y el equilibrio las dos alas de la vida rítmica. Y precisamente el ritmo es un rasgo básico no sólo de la Vida, el Universo y la Historia, sino de todas las artes, especialmente de la música, la poesía y la danza. Más aún: consideremos que el pulso ha inspirado la medición del tiempo en la música.Aquí y ahora, en la clase de Yoga, respiramos en profunda paz, sincronizados con el ritmo de las propias pulsaciones y recordando estas hermosas palabras del Maestro Iyengar: “El Yoga es como la música. El ritmo del cuerpo, la melodía de la mente y la armonía del alma, crean la sinfonía de la vida.” Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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