De ahí a Jericó, al monte de las tentaciones, donde está el monasterio Cristiano Ortodoxo Griego, este monasterio no es muy antiguo en comparación con otros templos cristianos, fue construido en el siglo XII.Para los cristianos es un sitio importante, según los evangelios, es donde Jesús pasó cuarenta días de ayuno, meditando y fue tentado por el diablo, por eso se le llama así.Llegamos al monasterio, a través de un teleférico. Una vez arriba, la vista era impresionante y el solo hecho de imaginar que Jesús había estado caminando por esta zona, provocaba escalofrío en mis piernas.Mi pobre cerebro no paraba de recordar los pasajes bíblicos.Me sentía hurgando las cortinas de la historia, pero me faltaba entrar a las cuevas, caminar por los pasillos, unirme a las piedras y lámparas preciosas hechas de vidrios de colores colgadas de los techos, en las paredes, apoyadas sobre mesas, pillar los reflejos que hacían en la roca.Así, entre juegos de luces, descubrí los frescos que hay pintados en las cuevas. Láminas coloreadas y grabadas en plata.Había cuadros de ángeles, de la Virgen María, de Jesús, lo que más atrajo mi atención, fue la delicadeza de sus manos en distintas posiciones místicas.Las lámparas con sus finos hilos de luz tocaban lo oculto que había en los gestos de rostros y manos de las iconografías y ellas revivían de las pinturas por unos segundos, cuando los cálidos hilos de luz las enfocaban para dormirse nuevamente en el tiempo, cuando se apagaban las lámparas.Cada posición de los dedos, cada gesto estaban atrapados en símbolos misteriosos, divinos.Tomé asiento en un banco de madera para mirar las manos cómo estaban pintadas, todas eran finas delgadas y de dedos largos.Fue instintivo, coloqué mi espalda recta, aflojé mi cuerpo y apenas levanté la mano derecha a la altura del pecho, apoyé mis dedos meñique y anular sobre el pulgar, levemente tocando las yemas de los dedos, imitando a la figura de Jesús que estaba pintada en una lámina.Uno de mis amigos se quedó apartado del grupo y no paraba de tomar fotos, me dijo: ¿qué buscas en los cuadros que no dejas de mirarlos? ¿Estás meditando?Respondí: Estoy escuchando lo que dicen ellos con sus gestos, con sus mudras.Me contestó asombrado, -¿Mudras, eso no lo hacen los budistas?No pude dejar de reír y ver por dónde venía su picardía con la pregunta, él sabía que medito y practico yoga. Y según él, la meditación y el yoga, no son compatible con la religión católica.Sólo me limité a responder, los mudras son gestos sagrados, y si quieres saber la definición de la palabra mudra y cuáles religiones los utilizan puedes buscar en google.Quienes pintaron estos cuadros y frescos, utilizaron las manos, lo dedos de los ángeles, de la Virgen, incluso de Jesús, para expresar una conexión con lo divino. Los gestos están creando un conexión sutil entre su espíritu y Dios o como lo quieras llamar.No hay nada nuevo bajo el sol, las posiciones que utilizan los cristianos ortodoxos o el cura latino cuando levanta entre sus manos el cáliz, son representaciones simbólicas de la unión de lo humano con lo divino. Todas las culturas antiguas tenían un conocimiento profundo sobre las posiciones de los dedos y la relación que existe con las partes del cuerpo, los astros, la mente y el espíritu.Me preguntó:-¿tú a quién imitas con los mudras, al Buda?¿Qué te parece si le preguntamos a los monjes?, respondí, ¿a quién están imitando las figuras de los cuadros con los gestos de los dedos y las manos?¿Por qué Buda paso por las tentaciones del “arrebatador de la vida, el demonio” sentado bajo un árbol durante cuarenta y nueve días, seiscientos años antes que Jesús?Le dije, ¿quieres que tratemos de imitar con tus manos una postura de los cuadros?Tomé su mano, la coloqué mirando al techo, levanté su pulgar, le dije: este dedo gordito y corto, representa la cabeza, el símbolo de lo divino, el pensar, el fuego, el habla.Luego apoyé sobre la yema del pulgar el dedo anular, que representa la boca, el cuerpo físico, la tierra y por último uní a los otros el meñique, que representa los oídos, el escuchar, el agua, las emociones. Así quedaron juntos el pulgar, el meñique y anular.¿Ves que quedan libres el dedo índice y el del medio?Continúe, con mi explicación el dedo índice representa lo individual, el ego, la autoridad, al no apoyarlo en el pulgar, (en la cabeza), revelas que tu ego reconoce la autoridad de lo celestial, lo de arriba. El dedo mayor, representa el corazón, el vacío, los ojos. Tu corazón, tu alma, tus ojos están mirando al vacío, a la divinidad. Bien, ahora reflexiona sobre este gesto, el valor que hemos dado a cada dedo, se consciente de cómo respiras, y sentir las yemas de los dedos unidas.Lo dejé sentado con sus tentaciones y me fui a mirar por el balcón del monasterio, el desierto de Jericó.Colabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación. [email protected]





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