Con ella las mujeres obtuvieron los mismos derechos y obligaciones políticas que los hombres, rigiéndoles la misma ley electoral. Se les entregó como documento de identidad la libreta cívica. En 1951 la mujer argentina concurrió por primera vez a las urnas como votante y como candidata. La ley 13.010, largamente esperada por el movimiento sufragista, se había aprobado por fin en un contexto bien diferente del que soñaron sus promotoras: Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson, Julieta Lanteri, Victoria Ocampo y María Rosa Oliver, para citar a algunas de las pioneras de esa lucha secular. La ley, votada por unanimidad en 1947, fue publicitada como un logro exclusivo del peronismo y de Evita.





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