Antes de referirnos a las técnicas de regulación consciente de la respiración o pranayama, hemos considerado interesante sintetizar un aspecto poco difundido de los estudios sobre la función respiratoria publicados por el profesor André van Lysebeth, quien nos invitaba a observar lo siguiente: cuando decimos que vamos a “tomar aire”, indicamos solamente que iremos a respirar el aire puro de afuera mientras salimos de un ambiente cerrado y poco ventilado. Pero deberíamos entender literalmente esa expresión: “ TOMAR el aire”, en lugar de contentarnos con un suspirito o con inspirarlo casi pasivamente aunque dispongamos del aire puro del campo. Para eso deberíamos saber que las ventanillas de la nariz poseen pequeños músculos que permanecen inactivos entre nosotros, los humanos “civilizados”, pero en nuestros semejantes que viven en la naturaleza, así como en varias especies animales, al efectuar cada inspiración las fosas nasales se apartan un poquitito ensanchando levemente los orificios, para producir una verdadera APREHENSIÓN del aire.Todos podemos hacerlo cuando salimos al aire libre. Es cuestión de ensayarlo: inhalemos apartando y ensanchando casi imperceptiblemente las aletas nasales, relajándolas al exhalar. Así podremos captar y palpar suavemente el aire que ingresa, y que probablemente penetre más fácilmente, en mayor cantidad y más equilibradamente por las dos fosas. Y como el sistema respiratorio está íntimamente conectado al sistema nervioso, esta podría ser una forma simple de poner en marcha mecanismos nerviosos que inciden en la mejor absorción del aire en todos sus niveles, al tiempo que favorecen la atención mental sobre su proceso de incorporación junto con la energía vital que contiene. Nos propusimos no darte instrucciones de práctica en estas notas, porque aconsejamos siempre seguir las amorosas indicaciones directas y personales de tu profe cuando estás practicando la disciplina. Pero lo que acabamos de describir es como un camino resimple de vuelta a la naturaleza, descubriendo nuestras pequeñas capacidades inactivas en lo cotidiano. Ahora sí volvamos al Yoga y -habiendo mencionado la energía vital- comencemos a hablar de pranayama. Varios meses atrás nos referíamos a que nuestra práctica postural en el Hatha Yoga, a diferencia de los habituales ejercicios físicos, no implica gasto sino incremento de energía ya que favorece la absorción de PRANA y es inseparable de PRANAYAMA, el cuarto paso del óctuple sendero del Yoga. ¡Uuuhhh…! ¡No se inquieten…! Aquí va la aclaración: PRANA significa energía vital, aliento de vida… “es simultáneamente el aliento y la dinámica del cosmos…” como dijera Yogananda; y siguiendo a van Lysebeth, “es la suma total de las energías del Universo”, constituyéndose la respiración en la principal puerta de entrada del prana, pero “sin que nos limitemos a un simple ejercicio respiratorio ya que PRANAYAMA significa: la captación, distribución y administración consciente de las energías vitales pránicas en el organismo”. Es soporte y objetivo de las posturas, si bien la cuidadosa realización de las mismas es clave para progresar en pranayama porque están totalmente interrelacionados, como podemos experimentar en la colchoneta, en la hora de Yoga, en la hora del ahora, mientras nos disponemos a descubrir más detalles del tema en una próxima nota. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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