"En Río de Janeiro el Papa Francisco nos invitó a reunirnos en Cracovia, y cumplimos. El propósito era aumentar nuestra fe, regresamos y buscaremos ser testigos en nuestras casas, en la parroquia, en la comunidad", manifestó el sacerdote Slawomir Miguel Kondzior, de la parroquia Corpus Christi de Gobernador Roca, a poco de regresar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), desarrollada en Polonia.“Damos gracias a Dios que regresamos bien. Estamos cansados pero contentos de compartir con otros tantos jóvenes que tienen fe en Jesucristo sin importar los idiomas y el color de piel. Nos dominaba la alegría y el gozo, sin tener en cuenta las dificultades que se producen cuando hay tanta gente reunida”, añadió el religioso, que tuvo a su cargo la organización y coordinación de las actividades que involucraron a los 48 feligreses que acompañó, y que formaron parte de los 6.800 argentinos que tuvieron la posibilidad de participar de este evento multitudinario. Destacó el comportamiento del grupo y señaló que “no fue fácil organizar los 33 días de estadía” pero que “si Dios quiere iremos a la próxima JMJ que se realizará en Panamá en 2019”.María Magdalena “Marilin” Grzyb trabaja en la secretaría parroquial desde hace más de diez años, y celebró poder formar parte del pasaje junto a su esposo Rubén Luis Tarnoski. “Fue una experiencia excelente. Para la mayoría pisar tierra de nuestros antepasados fue emocionante. Nunca pensé que me iba conmover tanto llegar a Polonia, pensando en mi padre (ya fallecido). Fue algo muy intenso. Será inolvidable. Si bien volvimos hace unos días, no caíamos en la cuenta de todo lo que vivimos”, aseguró.Añadió que siempre “quise conocer la tierra de mis ancestros. Decía que si Dios quería iba a ir pero no me hacía ilusiones. No tenemos contacto con los parientes porque cuando papá vino, Europa estaba en guerra y eliminó evidencias, cartas, porque tenía miedo. Pero pudimos concretar el sueño gracias a que el padre Miguel organizó muy bien la travesía. Todos coincidimos que hay que hacerle un monumento. Por la diferencia horaria, se pasó madrugadas enteras haciendo las conexiones para conseguir lugares donde parar, contratar los medios de movilidad. En el pueblo de donde es oriundo nos dieron todo gratis, nos daba vergüenza porque no se si ellos vienen a visitarnos, podremos atenderlos de la misma manera. Por eso sólo tenemos palabras de agradecimiento”. Confió que como el padre Kondzior “es una persona que conoce toda esa región favoreció en que aprovecháramos al máximo. Eso sí, nos caminamos la vida. Nunca camine tanto como durante ese mes. La verdad que fue muy intenso. Una experiencia inolvidable. No hubo rinconcito que quedara sin que conociéramos: lugares cercanos al Vaticano, basílicas, Venecia, entre otras. Grzyb se emocionó al recordar que su padre combatió en la batalla de Montecassino. “Tienen mucho respeto a los combatientes, son héroes, entonces me hicieron reportajes sobre el tema”, dijo a PRIMERA EDICIÓN. Cuando cruzaron la frontera de Polonia, el primer lugar más cercano era Wadowice, la ciudad de nacimiento de San Juan Pablo II. El grupo conoció la casa de Karol Wojtyla, ahora transformada en museo. El mismo día pudo ingresar al campo de concentración de Auschwitz. “Fue una situación muy triste, muy fuerte, pensando que más de alguno pudo haber tenido algún familiar allí. Vimos algunas pertenencias y vestigios de los horrores” que provocaron los nazis. Días inolvidablesDesde la comunidad de “Corpus Christi” viajaron colonos, docentes, particularmente jóvenes. Si bien los gastos fueron solventados por cada uno de los peregrinos, hicieron actividades en conjunto para obtener un fondo común necesario para movilizarse en el viejo continente y para colaborar con quienes tenían menos recursos. Desde hace un año realizaban la venta de rifas y elaboraban chucrut para comercializar. Era el mismo sacerdote el que conseguía repollo en su visita a las colonias, o bien lo compraba cuando veía alguna linda “cabeza” en la verdulería.Los participantes coincidieron en señalar que el itinerario fue muy bien logrado porque pudieron formar parte de las actividades espirituales y también visitar otros lugares. En el Vaticano pudieron asistir al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, donde el Papa Francisco “se dio cuenta que estábamos por el lío que hacíamos y dijo que esperaba vernos en la JMJ. Ya en Cracovia pasó muy cerca, a metros del grupo y pudimos sacarnos el gusto de gritar ¡Francisco! ¡Francisco! ¡Argentina! ¡Argentina”. Fue una experiencia que no se puede explicar con palabras, hay que vivirla”. Llegaron hasta las minas de sal de Wieliczka, que contienen estatuas de personajes míticos e históricos, esculpidas por los mineros. Y antes de la JMJ pasaron a orar por el santuario de Nuestra Señora de Czestochowa; Santa Rita de Casia, y San Francisco de Asís, entre otros tantos lugares.





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