Señora Directora: El gobierno de la nueva alianza Cambiemos, que repite algunos funcionarios de la primigenia que gobernó desde 1999 a fines de 2001 (cuando Fernando de la Rúa huyó en helicóptero, dejando un tendal de las de 30 muertos en todo el territorio argentino) como Sturzzeneger, Rodríguez Larreta, el despedido Darío Lopérfido, Patricia Bullrich y hasta la diputada Lilita Carrió, que ya va por los 17 años en esa condición, viene demostrando desde diciembre de 2015 su intención de realizar un vuelco integral en las políticas sociales, económicas y culturales en nuestro país.En el aspecto económico ha decidido realizar una devolución de favores a quienes fueron sus aportantes en la campaña presidencial, realizando una enorme transferencia de recursos hacia estos sectores en detrimento de estamentos menos favorecidos como la clase media y pobres. Así favoreció a los grandes agro-exportadores, a las mineras extranjeras y a los bancos, a los que entre otras gratificaciones, eliminó retenciones (agro y minería) y les dio el manejo de colocación de deuda (bancos).La devaluación, al mismo tiempo que menguaba significativamente el poder adquisitivo de los salarios, favoreció a los grandes vendedores de alimentos, quienes aumentaron sus precios sin ningún límite y consideración. Obviamente no podían quedar afuera de la repartija a lo Hood Robin, las grandes prestadoras de servicios como el gas, agua y luz, a los que se les concedió una revalúo de tarifas en forma astronómica, llegando a algunos casos el 3000% de aumento. A nadie escapa la lucha que se está dando desde los sectores populares sobre este tema, que están retrasando la vigencia de estos “tarifazos” mortales para toda la economía nacional, pero la intención primaria del gobierno de favorecer a estas empresas aún persiste y con tenacidad dignas de otras peleas.El pueblo recibe como contrapartida, no solamente la merma real del salario y el faltante de algunos productos esenciales como aceite y manteca, sino algo infinitamente peor, la pérdida del trabajo de 200 mil trabajadores formales y 600 mil trabajadores informales; es decir 800 mil familias sin sustento es el cruel resultado.En lo social ha decidido cambiar violentamente el paradigma de facilitar el acceso a la educación (que luego permitiría acceso a mejores condiciones de trabajo) a sectores de la población que difícilmente podían hacerlo, desarticulando el Plan Fines (Finalización de Estudios Secundarios) que permitía terminar estudios primarios y secundarios a adultos mayores. Un ejemplo de ello, es el actual secretario de Deportes de la Nación, Carlos “El Colorado” Mc Allister, quien terminó hace un par de años sus estudios secundarios con este plan. Otra muestra de del abandono de políticas sociales inclusivas son las trabas cada vez mayores, para acceder al Plan Progresar, destinado a jóvenes de entre 18 y 24 años, como ayuda para terminar estudios secundarios y universitarios.Hago acá una digresión totalmente pertinente, el actual gobierno ha recurrido a una manera de hacer política utilizada en una década tristemente recordada, la de los 90. Es decir, la de hacer exactamente lo opuesto a lo que declama, tanto en la campaña (recordemos la célebre frase: “En que te has convertido Daniel, no vamos a devaluar”) como hoy en día. Recurramos a algunos botones de muestra, como el de proclamar a viva voz la búsqueda de la “Pobreza Cero” y en apenas ocho meses sumergir dos millones de nuevos habitantes en esa condición. O esgrimir la trasparencia como una virtud encarnada en el espíritu de la Alianza gobernadora y el Presidente y la mayoría de sus funcionarios tienen cuentas millonarias no declaradas en paraísos fiscales del exterior (Panamá Papers, por caso) o especulan llevando adelante medidas económicas (la devaluación) para ganar gran cantidad de dinero con el dólar futuro.Pero el cambio más abrupto y rupturista es sin duda el cultural. Desde hace ya un largo tiempo la sociedad argentina ha incorporado como propias, como parte de su quehacer cotidiano, como parte de su hacer cultural, ciertas cuestiones que ya no están en discusión. Una de ellas es la política de derechos humanos, donde la Argentina ha sido presentada como ejemplo mundial. Hoy sin embargo, desde el gobierno se están demorando los nuevos juicios a represores asesinos, y una buena cantidad de ellos han sido devueltos a sus casas (invocando enfermedad o edad), algunos a costosas quintas de descanso. También se han frenado los juicios a los cómplices civiles de la dictadura. Además ha retornado la idea del estado represor, sin ningún tipo de restricción y en este corto tiempo ya se ha reprimido con balas de goma y plomo a trabajadores en lucha por sus puestos, a una murga infantil, una protesta pacífica en un tren realizada por un solo hombre, y hasta a una mujer dando teta a su hijo en una plaza.El primer mandatario decidió pisotear la memoria de toda una generación asesinada, torturada, lanzada viva de los aviones, violada, con sus hijos robados, alegando desconocer y, aún mas, desinteresarse de la cantidad de desaparecidos durante la dictadura de 1976 a 1983, y llamando “guerra sucia” a lo que sabe fue el terrorismo de estado más cruento y sangriento del siglo XX.Por último, el Presidente, que ya se tomó vacaciones cinco veces en apenas ocho meses de gobierno, que es dueño de empresas a las que la dictadura le condonó su deuda (alrededor de 300 millones de dólares), al que la Corte “menemista” evitó condenar por el contrabando de autopartes, el que utiliza testaferros al frente de sus empresas, el que ha llevado una vida entera en negociados del estado (sea del signo que fuere, dictador o democrático, radical, liberal o peronista), ha decidido, mas allá de sus políticas regresivas, una afrenta más. Sin duda alguna, la mayor. Llamó a Hebe “desquiciada”, poniéndose a la altura de los dictadores asesinos Jorge Videla, Eduardo Viola, Leopoldo Galtieri y Reynaldo Bignone, que la llamaron “loca”, en un cruel intento de estigmatizarla y denigrarla (a ella y a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo). Hago mía las palabras de Hebe, la madre de millones de nosotros: “¡Para la mano!”





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