Señora Directora: Veíamos hace unos días un documento televisivo donde se mostraban los desmanejos totales en la obra del tan anunciado gasoducto que uniría Bolivia con las provincias de Salta, Formosa, Chaco, Corrientes, norte de Santa Fe y Misiones. Otra saga más de las habituales que cada día nos depara la anterior gestión de gobierno. Pero no solo llama la atención la falta de control de los entes nacionales (aparentemente muy “relacionados” con el desmanejo) sino la complicidad en la que han incurrido algunos de los gobernadores de las provincias a las cuales el gasoducto debería servirles. Hemos visto durante años los reiterados anuncios sobre el mismo y al lado de la Presidenta y ministros involucrados a los aplaudidores de siempre, entre ellos los gobernadores del Nordeste Argentino (NEA) que en definitiva no solo son culpables en algún grado, sino que han vulnerado todo sentido de cumplimiento de los deberes de funcionarios públicos. ¿No les interesaba conocer cómo iba la obra que debería paliar el abastecimiento energético de millones de personas en esta región? ¿Nunca indagaron en qué estado estaba la misma? ¿En cuánto tiempo el gas llegaría a los hogares misioneros, por ejemplo? ¿O todo era aplaudir y sonreírle alegremente?No se trata de un tubo de ensayo: se trata de miles de kilómetros de caños de gran diámetro que no pueden pasar desapercibidos para a quien algo le importe de la función pública y el cumplimiento de los anuncios. Sobre todo cuando lo que estaba en juego era el bienestar del pueblo misionero, entre otros.




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