Según la tradición de los Vedas -los libros más antiguos conocidos- la humanidad evoluciona a lo largo de extensos períodos de tiempo llamados Yugas. Nosotros estaríamos transitando los últimos siglos del Kali Yuga, una era oscura, caracterizada por el predominio de lo material y los bajos instintos, discordias, perversidad, miedos, guerras, conquistas, matanzas, saqueos, miseria contrastada con enormes fortunas, fanatismos, persecuciones a los sabios, falsas doctrinas, escritos engañosos, desastres naturales, enfermedades, tiranías, corrupción, lenguaje grosero, gente desplazada y errante, degradación de virtudes, sustancias nocivas, vicios, vagabundeo de personas inactivas, letárgicas y sin objetivo y… “alimentos ya cocinados que estarán en venta”, ¡sí, tal cual y predicho miles de años atrás!En su profunda sabiduría, Vicente Beltrán Anglada expuso la forma apropiada de actuar sobre la materia y sublimizarla, de elevarla en belleza y equilibrio en este largo período de tiempo marcado por las más duras pruebas, indicando que este propósito está asignado al Hatha Yoga, al que definió como la ciencia de la unión espiritual por medio del trabajo sobre el cuerpo físico en todas sus densidades. Entonces intentaremos sintetizar sus expresiones sobre esta forma de yoga, que es la base estructural, fundamento o raíz de todos los yogas que existen y de los que irán apareciendo en el transcurso de la evolución humana, como aspectos cada vez más sutiles y sensibilizados de este yoga inicial. El Hatha Yoga expresa principios universales y planetarios y es el soporte vivo del inmenso y maravilloso edificio del yoga, porque realiza el proceso combinado de armonizar las líneas estructurales físicas, o apariencia objetiva, y equilibrar las funciones orgánicas en sincronismo con el ritmo de la naturaleza, a lo cual se va accediendo a medida que va siendo más conocida y más conscientemente utilizada la parte sutil del cuerpo físico denso, que es el cuerpo etérico o bioplásmico, hacia el cual está siendo dirigida la atención de nuestros científicos. Debemos ser conscientes de su importancia en esta Era específica, dada la relación que existe entre el actual período de Kali Yuga, la Ciencia del Hatha Yoga y los grandes intentos de los hombres de ciencia por dominar la materia y adueñarse del espacio, es decir, “del éter en donde la materia, desde la más sutil a la más densa, tiene su fuente fundamental de procedencia”. Siguiendo a Don Vicente, vemos que el cuerpo físico del ser humano revela un diseño cósmico que reproduce en miniatura, pero en todos sus detalles, cuanto ocurre en el macrocosmos o universo solar, con un sol central de vida, el corazón, y un conjunto de centros etéricos o chakras y las glándulas endócrinas, con los correspondientes órganos, células y cromosomas, todo inmerso en el elemento coordinador o “éter”, que facilita su hegemonía como organismo viviente y su relación con todos los demás cuerpos del gran conjunto universal, así como la exteriorización de su contenido psicológico, familiar y social. Y mientras el Hatha Yoga propicia el proceso de coordinación, equilibrio y reconciliación entre el alma superior y el cuerpo físico, pone de manifiesto que nuestro universo corporal está inmerso participativamente en el universo mayor y que nuestro campo magnético define lo que somos, sentimos y pensamos, porque todo en el universo es una expresión de vida, conciencia y forma.Así, un corazón apaciguado, libre de emociones violentas, nos da la clave de una respiración natural, de ritmo suave, estable y sereno, mientras los contenidos mentales y emocionales se renuevan en paz, bienestar, alegría y equilibrio, desde la atención puesta en una postura del cuerpo hasta la realización del estado cumbre de Samadhi… y sentir los sonidos del silencio, aquí y ahora. Namasté.Colabora: Ana LabordeProfesora de [email protected]





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