Los cuerpos de las mujeres han sido materia de debate, de opiniones y de políticas a lo largo de la historia. En una charla entre amigas, en la peluquería, en las plazas, en las redes sociales, en un local de ropa, en un set de televisión donde analizan las lolas nuevas de una chica del “Bailando”…Si tiene hijos, si no tiene, si tiene uno, si tiene siete, si se casó, si “irá a cesárea”, si “será parto normal”, si sale de noche y tiene muchos amigos, si es machona, si el novio le pega, qué ropa usa, si amamanta o no.Esos son temas de agenda permanente en la comunidad y se dirimen desde un sentido común que sigue cargado de tintes machistas.Estas discusiones tienen su correlato en el ámbito político. En comisiones, en los pasillos, en el recinto legislativo. El Estado, por medio de las proyectos de ley o del cumplimiento de leyes vigentes, ejerce un control de los cuerpos. Porque estas leyes regulan los saberes y las prácticas, definen qué está bien y puede hacerse, y establecen qué cosas no se pueden hacer. Eso en todos los planos, llegando a la esfera más íntima que es la sexualidad. La Ley de Educación Sexual Integral es un ejemplo de ello: el Estado establece los lineamientos curriculares en educación sexual y en función de ellos desarrolla los materiales pedagógico didácticos.Este programa nacional surgió en 2008 tras la aprobación de la Ley 26.150 que establece “la responsabilidad del Estado en hacer cumplir el derecho de los niños, niñas y adolescentes a recibir la ESI”. Su perspectiva es de un enfoque integral, en el que la sexualidad abarca aspectos biológicos, psicológicos, sociales, culturales, afectivos, éticos y jurídicos.Si bien comenzó a implementarse, en los últimos meses ha habido algunas dificultades para concretarlo por falta de presupuesto.El debate en la tele Según el impacto que estos debates sobre el cuerpo de la mujer puedan generar en los medios de comunicación, estos temas se mediatizan para llevar las discusiones a la escena televisiva. Desde allí buscan instalar nuevas concepciones y sentidos, o bien, enfatizar los ya existentes.En las últimas semanas tres temas fueron llevados a la pantalla. De vuelta, todos a opinar sobre el cuerpo de las mujeres. Amamantar en público, parir en casa y abortar.De los tres, el primero parecía ya resuelto. En Argentina no hay leyes que prohíban esta práctica orgánica que está ampliamente recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para fortalecer el sistema inmunológico de los niños y con ello el vínculo afectivo con su madre. Pero ocurrió que un par de integrantes de la fuerza pública en San Isidro, Buenos Aires, tal vez no lo sabían e intentaron prohibir a una madre dar el pecho a su bebé en una plaza. El “#piquetetazo” organizado en plazas de todo el país volvió a poner en agenda mediática el tema y recordar que ese acto de amor no está prohibido. En ese contexto y porque también quisieron prohibir amamantar a una madre en Eldorado, el diputado renovador Roberto Chas presentó un proyecto de ley para que el Estado provincial reconozca a todas las madres el libre ejercicio del derecho a amantar en todo espacio público. En el argumento, el proyecto busca evitar las libres interpretaciones por parte de agentes del orden. La pregunta sería, ¿libres interpretaciones de qué, si no hay normas que lo estén prohibiendo? Más acertado, pero tal vez mucho más jugado, sería aprovechar la ocasión para revisar si realmente las madres que trabajan y deben retornar de sus licencias cuando sus hijos tienen sólo dos meses de vida, tienen condiciones adecuadas para poder amamantar, como mínimo hasta los seis meses del bebé, como recomienda la OMS. “En Argentina hemos logrado legislaciones que fueron ejemplo a nivel internacional, como la ley de Matrimonio Igualitario o la Ley de Identidad de Género, que fueron producto de un debate muy interesante entre las organizaciones sociales, que hace años vienen militando y exigiendo estos derechos, la academia y los funcionarios. Entonces debatir si amamantar en las plazas se puede o no, y que un diputado proponga una ley que lo garantice cuando es una práctica que no está explícitamente prohibida, es retroceder medio siglo”, señaló a ENFOQUE, Rosaura Barrios, becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que trabaja en temas relacionados con la violencia sexual, la comunicación y género.Parir en casa: sí o noEste tema que se debate en todos los ámbitos, talleres, charlas de asesoramiento a futuros padres, también tuvo su versión mediática cuando fue noticia el fallecimiento de un bebé durante un parto domiciliario sin atención médica en la provincia de Neuquén.Tras la noticia, se viralizó una carta titulada “Respetarás tu parto” en la que una médica que no dio a conocer su identidad relataba un caso similar a éste: una mujer que llegó con un recién nacido sin signos vitales a la guardia del hospital público donde ella trabaja. La mamá era primeriza y su bebé estaba mal posicionado cuando empezaron las contracciones. La médica calificó de “delincuentes” a las personas que la ayudaron en el trabajo de parto en la casa. “¿Mi parto? En realidad sos apenas un personaje secundario”, escribió la médica en la misiva. Las respuestas no se hicieron esperar. Desde el Observatorio de Violencia Obstétrica, Violeta Osorio señaló al sitio Cosecha Roja que “la carta es un discurso en contra de los derechos sexuales y reproductivos”. Desde España, el obstetra Armando Bastida también respondió a la carta de la doctora. Llamó a la reflexión a los colegas responsables de “partos prácticamente inenarrables sucedidos en hospitales” que “hacen más mal que bien instrumentalizando el parto, intentándolo acelerar sin sentido, poniendo a las mujeres tumbadas cuando ellas piden estar de otro modo y haciéndolas sentir tontas o incapaces, no sólo de tomar decisiones, sino de dar a luz”. “Quizás si confiaran más en la capacidad de una mujer de dar a luz y lograran transmitir esa confianza a ellas mismas, los partos irían mejor y no haría falta intervenir tanto”, agregó el obstetra.El artículo 2 de la Ley 25.929 de Parto Respetado señala que toda mujer tiene derecho a ser considerada como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto. Y tiene derecho a ser informada sobre cada práctica que se realice durante el mismo y a ser tratada con respeto.Pero aún queda mucho por hacer, pues en muchos casos, los profesionales de la salud desarrollan intervenciones rutinarias a veces innecesarias, no explican qué se está haciendo y encima si la madre tiene el coraje de preguntar, la obligan a callarse, le gritan y la asustan diciendo que si no colabora, su bebé sufre. “El doctor me decía: ‘no me vas a
decir a mí si te duele o no, yo atendí miles de partos, sé como es’”, relataba una madre que sufrió violencia obstétrica. El médico a cargo era un hombre, alguien que nunca vivirá en su cuerpo las sensaciones del alumbramiento. Innumerables denuncias por violencia obstétrica se han publicado en este Diario y en medios de todo el país. Porque las malas prácticas, el abandono, la falta de respeto en los partos, son una constante. El 14 de julio pasado Ana Semczuk, una joven madre de 29 años, murió horas después de parir a su bebé que falleció dentro del vientre. Junto a su marido Fernando González, habían esperado cinco horas en el ingreso al Hospital de Puerto Iguazú y los trasladaron al Samic de Eldorado cuando Ana ya había roto bolsa. Según González, el embarazo fue controlado y había transcurrido sin problemas. Aún se siguen investigando las causas de los lamentables decesos. A sabiendas de estas situaciones, algunos padres y madres deciden directamente tener el parto en su casa. Otros, más extremistas, incluso se resisten a los controles y monitoreos preparto, llámese ecografías, análisis sanguíneos y demás.Otra vez, aparece una tendencia a polarizar el debate: parir en casa sin ninguna asistencia médica o parir en un hospital, donde los “protagonistas” terminan siendo el personal médico y sus prácticas.“En algunos casos se tiende a romantizar el debate diciendo que lo natural es mejor por sobre todas las cosas. Hay médicos que realizan prácticas violentas y que deberían revisarlas, pero eso no nos obliga a rechazar a la medicina”, indicó Barrios.Los avances de la medicina fetal, en el parto y en el posparto, han sido fundamentales en la disminución de la tasa de moralidad materna, por ello sería poco inteligente rechazar cualquier tipo de intervención.Pero hay una gran deuda a saldar: miles de mujeres en situación de vulnerabilidad llegan al sistema de salud sin ninguna información sobre el embarazo, sobre las prácticas médicas que se pueden o deben realizar. Y en los hospitales se encuentran con profesionales que no informan, sólo imponen y actúan y las invalidan como sujeto de derecho.No son todos, pero los maltratos son una realidad. Por eso es importante valorar los intentos, que son de largo aliento porque lo que hay que modificar es una cultura en esta relación médico-paciente, de transformarse en Maternidades Seguras, como lo viene haciendo el Materno Neonatal de Posadas. El ejemplo a seguir: la maternidad Sardá de Buenos Aires, cuyo lema según señalaba en una capacitación el médico Miguel Larguía, es “los padres son los dueños de casa”, lo cual implica que no hay horarios de visita “porque los padres no son visita” y que toda la familia puede ir a conocer al bebé. Eso lógicamente implica una serie de grandes cambios, pero todo depende de la actitud del equipo. De eso se habla y mucho Sin dudas, el aborto es uno de los temas que mayor escozor genera en la comunidad. Es blanco de diversas opiniones. Aquí nuevamente, se polarizan las posturas: aborto sí, aborto no.En Misiones y en 20 provincias que adhirieron, está vigente un protocolo de aborto no punible en caso de violaciones. Las organizaciones sociales siguen reclamando el derecho a decidir sobre los propios cuerpos. Para ello, exigen al Estado educación sexual, anticoncepción y abortos legales y seguros. No obstante, hay organizaciones y figuras públicas que se siguen oponiendo a estas prácticas y a que sea el Estado el que deba garantizarlas. El tema volvió a la agenda cuando Belén, una joven tucumana que había sufrido un aborto espontáneo, fue denunciada por los médicos del hospital Avellaneda de esa provincia y condenada a prisión. Amnistía Internacional con más de cien mil firmas reclama que la Justicia argentina analice el caso a fondo y haga una investigación precisa sobre el tema, ya que la joven fue acusada sin las pruebas. El debate va más allá de estar de acuerdo o no con el aborto. Porque lo cierto es que en Argentina se realiza más de medio millón de abortos clandestinos por año. Las mujeres que pueden pagarlos para que se los realice un médico matriculado en condiciones de bioseguridad adecuadas, no corren riesgos de vida. Las que no pueden pagarlo, recurren a las prácticas caseras en manos de alguna vecina. Perchas, agujas de tejer, tallos de perejil o preparados de hierbas se terminan cobrando vidas de mujeres pobres que “se van en sangre”.“La legalización del aborto no obliga a ninguna mujer a practicarlo. Todas las mujeres que en función de sus creencias no lo aprueben, pueden sostener sus convicciones, de igual manera que aquellas que lo admiten deben poder actuar según su conciencia, tomando en libertad las decisiones que juzguen necesarias, sin amenazas ni coerción alguna”, señaló a Télam la exdiputada nacional Cecilia Merchán, advirtiendo que el oficialismo no estaría dispuesto a abrir las puertas al debate.“Hemos avanzado en otros debates públicos, sin embargo el tema del aborto sigue causando mucho escozor”, indicó Barrios. “Y acá aparece la idea de ¿qué cuerpo importa?, ¿cuáles son los que interesa que nazcan y cuáles no interesa que mueran?”, sentenció Barrios.Destacó la importancia del debate, la participación, la reflexión, tarea que por excelencia le corresponde a quienes se desempeñan en el ámbito académico, siempre en diálogo con las organizaciones que día a día batallan estas banderas. Debatir y no esconderse, opinar con argumentos, con la mayor información posible, evitar los juicios de valor basados en prejuicios. Allí puede estar la clave para seguir avanzando en estos temas que nos interpelan a diario.Colaboración: Lic. Lara Schwieters
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