Señora Directora: En estos días se cumplen 30 años del talado del gigante timbó en Jardín América, hasta entonces todo un símbolo para la Ciudad. Era imposible no verlo. Timbó que conocí siendo adolescente allá por los 70 hasta que, un día en agosto de 1986 cerca del mediodía, cuando pasábamos por allí, observamos a muchos pobladores reunidos impotentes ante lo inevitable: el talado y caída del gigante timbó. Plasmó el momento el apreciado Antonio Faccendini en: “Nuestro árbol, el timbó”, cuando escribió: “Cada uno volvió a sus quehaceres con la angustia de la complicidad acongojando los corazones”.Los árboles, quizás, los seres vivos más longevos y más grandes del planeta y es una pena que los seres humanos no los consideremos como se merecen, que no los respetemos y que no apreciemos la labor que realizan para que nuestra vida sea mejor y la tierra se mantenga viva y habitable. Gracias a Dios y a pesar del hombre, algunos árboles milagrosamente se fueron salvando para alcanzar una edad y un tamaño notables. Algunos muy ligados a la historia, pues a su alrededor se produjeron hechos importantes (sarandí histórico en Candelaria, por ejemplo). Otros solo son famosos por haber sobrevivido a tanta destrucción. Otros se convirtieron en protagonistas de leyendas…En fin, estuvieron o están en recuerdos y espero que por mucho tiempo como el inmenso lapacho que en mi querida Oberá se erguía en la avenida Libertad y Neuquén, y hace unas décadas cayó solito.Pese a las leyes que dicen protegerlos se siguen talando muchísimos árboles y faltan demasiadas especies, pero sobran muchos cráneos vacíos. A la mayoría de las personas les falta conciencia de lo que representa un árbol; le hemos perdido el respeto a la naturaleza. Ésta nos brinda generosamente sus bienes y nosotros en vez de hacer un uso racional, arrasamos con todo. Lo anterior fue solamente un recordatorio de aquel casi olvidado gigante timbó.





Discussion about this post