Señora Directora: Escuchaba y no sin asombro extremo, que en una localidad bonaerense, policías pidieron a una madre que dejara de amamantar en público a su bebé amenazándola con detenerla. No se puede creer que dos funcionarios públicos, que nacieron de una madre y seguramente los amamantaron mientras fueron lactantes, puedan tener semejante desubicación (por escribir con mucha bronca cuidaré los términos para dirigirme a estos dos policías).Quienes fueron madres, saben que no se puede predecir el momento y el lugar en el que los bebés tendrán hambre. Sería, para explicar a estos uniformados desubicados, como intentar predecir el lugar, la hora y el tipo de crimen que se va a cometer en una ciudad. Se habrán dado cuenta que es imposible, salvo para la ficción (hay que ver la película Minority Report).El acto de amamantar es tan sagrado, porque es dar vida a una vida recién llegada a nuestro mundo. Es la protección sagrada de una mamá a su hijo a través de un alimento que lo fortalecerá para encarar el resto de su vida.Mi duda, por la que también le escribo, es si los policías misioneros son enseñados de esta manera. Es decir, ¿cómo actuarían si se encontraran en un parque o paseo con una mamá que está a punto de dar la teta? Un buen proceder de los policías estaría garantizado por una buena enseñanza en la Escuela de Cadetes de la provincia.Apelo a las autoridades provinciales y de la fuerza misionera de seguridad a tomar este antecedente para evitar cuestiones fuera de lugar.





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