“Mendicidad”, “alcoholismo”, “ludopatía”, son algunas de las explicaciones que encuentran los funcionarios de Asuntos Guaraníes para justificar la presencia de grupos de mbya en las calles de la capital misionera. Lo cierto es que, más allá de los discursos, una de las postales más comentada, principalmente por los turistas, durante el pasado fin de semana, fue la cantidad de familias que, tal vez movidas por el feriado, ofrecieron sus artesanías en “sus ya tradicionales” espacios. Mientras tanto, los anunciados proyectos, como el que comprometió Vicegobernación, parecen dormir en los cajones de algún escritorio.En junio pasado, el sacerdote Alberto Barros, a través de Defensoría del Pueblo y un proyecto de Cáritas Diocesana, atento a la situación de abandono en la que se encuentran, habilitó salones de esta última como refugio nocturno, donde la Fundación Tupá Rendá acercaba la cena.“Tomamos esa decisión de forma coyuntural, por la emergencia, pero siempre conscientes, y lo dijimos, de que era una solución muy temporal, para el momento, porque Cáritas Diocesana, que es donde los alojamos durante unos diez días, más o menos, en realidad no es un hogar, no es una casa, son oficinas y un par de saloncitos de depósitos”, explicó el padre Barros a PRIMERA EDICIÓN y añadió que “fueron días de mucho frío, entonces se armó la iniciativa de improvisar ese campamento con colchones que donó la gente, la cena, que preparaba la Fundación, todo de un día para otro”.Así fue que con esta suerte de “cuartel”, al que cada noche ingresaba un mínimo de treinta personas, “se llegó a un máximo de cincuenta”, que se quedaban hasta que amanecía, “la idea fue generar un espacio de contención frente al frío, la lluvia y demás. A la mañana siguiente había que desarmar todo y todo tenía que volver a funcionar como oficina, así que era claro que era momentáneo y entre tanto apelamos al diálogo con las autoridades que correspondían para una solución en serio”, mencionó Barros, quien solo cosechó críticas.Es que se catalogó esta movida como de anticaridad, como si brindar alojamiento y comida significaba un daño, porque los mbya deben permanece en las aldeas; “cosa que nosotros siempre discutimos y dijimos que cualquier ciudadano, cualquier hermano mbya guaraní tiene todo el derecho de venir a la ciudad, permanecer e irse por el motivo que sea, vender artesanías, ir al hospital, por un trámite o pasear”, refirió.Una solución que aún no llegaLa problemática se trató en la Mesa del Consejo de la Multilateral de Políticas Sociales de la Vicegobernación, tras la cual el padre Barros se presentó para interiorizarse sobre las conclusiones de la misma y con la idea de que podían poner nuevamente las oficinas a disposición “durante tres, cuatro días”. Pero la respuesta fue contundente, “dijeron nosotros ya tenemos una solución” entonces se quedaron tranquilos, “aunque aparentemente la solución nunca la implementaron”.Y el “remedio” consistía en que, desde Vicegobernación, junto a otros organismos, “partiendo de la idea de que los mbya guaraní tienen todo el derecho del mundo a estar en la ciudad para vender sus artesanías o lo que sea, se iba a generar un espacio desde el Estado, en el centro, donde pudieran ofrecer sus productor, un local o algo así, seguro y céntrico; al mismo tiempo, se iba a alquilar el local donde funcionaba ‘Bochos’, al lado de la catedral, para que funcione una guardería, donde los chicos de la comunidad pudieran estar, almorzar, tener su merienda, desayuno y cuidados por el Estado”, dijo Barros y añadió que “por la tarde, con una disponibilidad de trafic que tienen en varios ministerios los iban a retornar a la casa, porque la mayoría eran de Profundidad, San Ignacio, Candelaria, para que puedan estar en la casa durante la tardecita – noche y si al día siguiente volvían o querían volver se iba a repetir siempre el mismo sistema”.“Nos alegró que el Estado, después de tantas idas y vueltas, asumiera una solución, pasó un mes y aparentemente no pasó nada, pero nos parece que la solución tiene que pasar porque el Estado tiene que tomar una decisión más permanente, lo nuestro fue muy provisorio, era imposible mantener en el tiempo ese servicio por incapacidad edilicia y porque iba a ser un tema de nunca acabar si no había una solución más de fondo y lo que quisimos de alguna manera era resolver la emergencia y hacer un llamado de atención al Estado para que a través de todos los organismos que tiene dedicados al tema tomaran cartas en el asunto”, finalizó Barros.Lamentablemente, el próximo domingo se cumplirán treinta días de la publicación en la página oficial de Vicegobernación sobre esta Mesa Multilateral, en la que la ministra de Derechos Humanos, Lilian Marchesini, dijo “desde el ministerio que dirijo no me puedo quejar del trabajo en equipo que ya estamos realizado con la multilateral y quiero dejar clara mi preocupación hacia los niños mbya que están hoy en la capital misionera y no tienen un techo”. Fotos: M.Fedorischak





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