La docencia es un acto de amor a la humanidad que la comunidad del Aula Satélite de la Escuela 903 de Frontera CAS 15, ubicado a unos 16 kilómetros del éjido urbano de San Vicente, valora sin condicionamientos. Es por eso que los niños acuden a clases a diario sin detenerse a observar el espacio que los cobija, un salón de madera apoyado, simplemente, sobre un predio. Pero ellos merecen un lugar mejor, por eso la maestra a cargo, Ángela Viera da Costa, lanzó la campaña “Un ladrillo para mi escuela”.El artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) señala que “los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación. De esta manera, a fin de que se pueda ejercerlo progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades, los Estados deberán implantar un sistema de enseñanza primaria obligatoria y gratuita, fomentar el desarrollo de la enseñanza secundaria, asegurarse de que todos tengan acceso a ella y tomar medidas para permitir la asistencia regular a la escuela”, por eso, el año pasado, viendo que muchos niños de la zona no contaban con esta suerte, la docente y el director Santiago Benítez se lanzaron a la tarea de presentar el proyecto de aula satélite que, finalmente, se aprobó.Desde entonces, Ángela se brinda a 26 alumnos, que abarcan desde el nivel inicial hasta séptimo grado, repartiéndose y estando para todos por igual.“Se complica un poquito, los chiquitos son más inquietos, demandan más tiempo, los más grandes por ahí ayudan un poquito, les das la tarea a ellos y después te dedicás a los más pequeños, confesó la maestra.“Esta es una zona rural, con familias instaladas al costado de la ruta, los chicos que acuden a clases son de muy escasos recursos económicos, a los que les hace falta todo, aunque mi prioridad es la escuela, que tengamos un lugarcito más seguro”, mencionó la docente.“El aula es de madera, de cartón, no está sujeta a nada, simplemente está puesta sobre la tierra y con los papás hicimos un piso provisorio, un alisado, en este espacio que es prestado, muy pequeño, donde no tenemos luz ni agua, tampoco un patio”, contó la maestra.Añadió que “la Municipalidad nos donó un predio de treinta por sesenta, a unos 300 metros de donde estamos ahora” y esto alimentó las ansias de levantar un lugar más seguro.Por eso “la idea es hacer la base de material, ahora, como no tiene cimientos, el aula es muy insegura”, explicó Ángela.Así nació “Un ladrillo para mi escuela”, campaña con la que “recorremos los negocios, en realidad lo que se pide son 5 pesos para un ladrillo y así compramos también cemento y demás materiales para la construcción del nuevo aula”, destacó Ángela.“Si no está esta opción los chicos no tienen acceso a la educación. El aula se proyectó, justamente, porque los chicos no concurrían a ninguna escuela. También por su seguridad, tenemos un establecimiento educativo a tres kilómetros aproximadamente, pero para llegar los niños deberían andar por la ruta, es un tramo muy largo, en el que ya hubo accidentes con destinos fatales y no queremos eso”, opinó la docente.





Discussion about this post