En emprendedurismo también están abocados los hombres, pues se trata de una alternativa laboral que puede se útil para salir del paso. Gustavo Tapia es de Santa Fe y llegó a Posadas por amor, se casó con una joven de Jardín América, Vanesa, y tienen un bebé. Hasta hace unos meses trabajaba en una casa de electricidad y al quedar fuera de esta actividad, el padre de familia no bajó los brazos y decidió emprender con una tapicería en su casa. Gustavo nació y se crió en la tapicería familiar en Venado Tuerto, y “mi mamá nos enseñó a todos los hermanos (seis) a coser a máquina. Después todo lo que sé lo aprendí mirando más que haciendo. Nunca me imaginé que hoy estaría convertido en tapicero”. El joven se define como una persona inquieta, siempre haciendo algo con las manos, “en casa siempre tengo algo para arreglar, aunque no pensé en ser tapicero, siempre me busqué otro trabajo fuera de la empresa familiar, pero al necesitar sobrevivir decidí hacer lo que aprendí. Mi mamá tenía una máquina de coser vieja, de unos 40 años y fuimos a buscarla con mi hermano. Así comencé a hacer reparaciones de sillones, sillas y también hago tapizado de autos y asientos de motos”. Mientras Gustavo trabaja, el pequeño Dante lo mira atento y su mamá Vanesa colabora con la promoción del emprendimiento en la red de Facebook. Cuando Gustavo puso manos a la obra a este emprendimiento fue por necesidad, pues había que mantener el hogar y en dos meses se dio cuenta de que la herencia es más fuerte y la genética desea perpetuarse. “Yo coso a máquina todo, incluso sé hacer cortinas aunque son las de casa, porque en realidad no sabía que podía hacerlas hasta que las hice. Ahora también con las sillas retapizadas me doy cuenta de que me salen bien, antes no podía saberlo porque siempre le ayudé a mi hermano pero a desarmar, no a tapizar. Como soy muy curioso e inquieto, siempre estuve atento a lo que hacían mi padre y mi hermano, así estoy a full ahora con lo que empecé como una salida de emergencia”. Al cobrar un dinero de indemnización pudo comprar una máquina industrial nueva y luego todo lo hace a pulmón. Utiliza su coche para retirar y entregar pedidos, y se entusiasma al recordar que “hoy (por el domingo) fui a buscar un sillón antiguo de 200 años. Era de la bisabuela de la señora que hoy tiene 70 años. Se lo había comprado a un vecino cuando era jovencita y lo tenía tirado en un galpón. Es de una madera labrada, hermoso”, reconoce Gustavo, valorando la calidad de los muebles de antes.Y advierte que “no son como los de ahora que pueden ser más modernos y vistosos, pero no duran nada. Creo que la gente está valorando eso y prefiere retapizar sillas viejas, más resistentes”. Emocionado por el llamado de PRIMERA?EDICIÓN, Gustavo se muestra humilde y con muchas ganas de crecer. Incluso un amigo le regaló un carrito para acoplarlo al coche y así realizar los traslados con mayor comodidad. El señor que lo acompaña en la foto es su suegro, quien también le pidió que le repare unas sillas, aprovechando lo que su yerno tiene de don aprendido. Y queda demostrado que todo saber es bueno. ContactosSu emprendimiento es tan casero que quedó como Tapicería Gustavo Tapia. Quien desee comunicarse puede hacerlo en Facebook o por Whatsapp al (3764) 375962.





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